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El barón Pierre de Coubertin tenía un amigo cura, el dominico Henri Didon, inventor del lema oficial de los Juegos Olímpicos: más rápido, más alto, más fuerte, íntimamente relacionado con el espíritu deportivo que anima a los atletas a superarse cada día en sus esfuerzos.
No es mala filosofía para otros aspectos de la vida. Por ejemplo, en O Carballiño, sus vecinos han ido recientemente más lejos patrocinando la degustación de la tapa de pulpo más grande del mundo: 590 kilos de cefalópodo servidos sobre un plato de madrea de 5.37 metros de diámetro.
Estos días, en París 2024, hemos vivido la consecución de un nuevo récord mundial en el salto con pértiga. El sueco Armand Duplantis ha volado por encima de los 6.25 metros, superando la legendaria plusmarca del mítico Serguéi Bubka. El ucraniano, ex-campeón olímpico y mundial, sorprendió al mundo elevando la marca de su especialidad desde los 5.83 a los 6.15 metros a lo largo de su dilatada y exitosa carrera deportiva. Recuerdo entonces el encendido debate iniciado sobre los límites humanos del salto con pértiga, sobre todo cuando Bubka superó por primera vez la barrera de los 6 metros.
Ahora, 25 cm después, habrá quien se aventure a asegurar que llegará un día donde un atleta de características físicas y técnicas excepcionales se atreva con los 6,50 metros. ¿Descabellado?; ya lo veremos. Algo parecido ocurre en el maratón, con sus mejores especialistas empecinados en rebajar el tiempo esta carrera por debajo de las 2 horas. Muchos apostaron por el malogrado Kelvin Kipchum, actual plusmarquista mundial de maratón, recientemente fallecido en Kenia los 24 años en un trágico accidente de tráfico, y capaz de correr los míticos 42 kilómetros y 195 metros en 2 horas y 35 segundos.
Eliud Kipchoge, otro gran campeón keniano, cubrió la distancia recorrida por Filípides en el año 490 a.C. en el tiempo excepcional de 1 hora, 59 minutos y 40 segundos, una extraordinaria plusmarca nunca homologada oficialmente. Sostiene Aloysius que en realidad el legendario soldado griego transitó 40 kilómetros, y que el maratón oficial ahora es más largo por el capricho de la Reina de Inglaterra, Alejandra de Dinamarca, cuando exigió que la carrera pasara por delante del Palacio de Buckingham, en los Juegos Olímpicos de Londres 1908. Desde 1988, la plusmarca de maratón se ha acortado más de 5 minutos. Entrenamiento, alimentación y anatomía humana se han aliado para conseguir semejante hazaña.
Desde aquí nos atrevemos a vaticinar que probablemente un humano superará los 9 metros en salto de longitud, los 2 metros y medio en salto de altura, bajará de 9.50 segundos en los 100 metros lisos, y en natación, de los 46 segundos en los 100 metros libres. ¿Apostamos?
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