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Terminó la mayor reunión deportiva del planeta en la ciudad de la luz. París 2024, es historia y será recordada por su espectacular y novedosa ceremonia de inauguración -que ni la lluvia ni la amenaza terrorista pudieron impedir- y por desarrollar muchas pruebas en marcos de incomparable belleza y tradición, con el apoyo de un público numeroso y entusiasta.
Además de un ceremonial que apunta a ser clásico de los Juegos. El toque de campana del campeón olímpico -en honor a la catedral de Notre Dame- y los tres golpes de bastón antes de cada evento, cuyo origen algunos atribuyen al teatro.
No han conseguido parar las guerras. La condición humana es así. Nos hemos matado, nos matamos y nos mataremos hasta el fin de nuestra existencia. No tenemos remedio, pero seguro que el talento y los valores que nos han mostrado muchos atletas calarán en generaciones de todo el planeta, inculcándoles el deporte y no el odio, como prioridades en su vida.
Al igual que en los campos tecnológico, político y militar, París ha sido una encarnizada competencia en el medallero entre Estados Unidos y China, con Japón, Australia y Francia a mucha distancia.
A los anfitriones les ha sucedido como a España, la mayoría de sus medallas fueron de plata y bronce. En nuestro caso, muchas de las llamadas “de chocolate”. Debemos cambiar nuestra mentalidad de tan baja autoestima. Ser cuarta del mundo es un resultado excepcional, más cuando el deportista o el equipo se ha entregado al máximo. Debutar en una prueba olímpica y entrar en la fase final -seis a diez mejores- es un resultado magnífico. No lograrlo, pero batir la marca personal o el récord de España en el intento es un resultado meritorio.
No todo ha sido perfecto, claro. Entre los 10.500 participantes también hay tramposos, maleducados, miserables y muy malos perdedores. El empeño de la organización en usar las sucias aguas del río Sena provocado todo tipo de infecciones. La mala calidad de las instalaciones y la comida expulsaron de la Villa Olímpica a más de uno.
Los organizadores de Los Ángeles 2028 deberían tomar buena nota de estos errores. Allí les espero. Volveremos a soñar.
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