La cuestión israelí

Publicado: 21 jul 2025 - 04:40

La cuestión israelí
La cuestión israelí | José Paz

El estado de Israel, incluso antes de su nacimiento, ha hecho correr ríos de tinta, más aún desde sus conflictos con Palestina y Siria, algo que la mayoría no siempre entiende bien por culpa del secretismo que rodea a su fundación. Ya es hora de que la Unión Europea y Estados Unidos expliquen claramente al mundo qué es lo que le otorga al gobierno hebreo la tarjeta premium para hacer y deshacer a su antojo.

Pero para entender esto, resulta necesario hacer algún viaje en el tiempo. El primero nos lleva a Canán, la tierra prometida por Yahvé a su pueblo, donde se instalaron tras su paso por el desierto. En esa tierra que al parecer manaba leche y miel, los israelitas, descendientes de Jacob, más tarde Israel, tenían vecinos como los babilonios, hititas y los reinos de Judea, Samaria y Palestina, habitada esta última por sus archienemigos los filisteos. Con la llegada de Roma, aquel reino se convirtió en un protectorado dentro de la provincia de Siria, cuyos habitantes pugnaron por sacudirse el yugo imperial. Así, en el año 136 d.C., el emperador Adriano sofocó la última revuelta; para humillarlos, rebautizó a Canán como Siria-Palestina y finalmente Palestina, a sabiendas de su aborrecimiento contra los filisteos. Acto seguido, el emperador expulsó a los judíos de Palestina, condenados a vagar por el mundo.

Y así llegamos a la Alemania nazi entre los años 1939 y 1945, donde el III Reich llevaría a cabo una brutal limpieza étnica en la que se calcula que se llegó a exterminar a 6.000.000 de personas, mayoritariamente judíos, aunque también se cebaron con gitanos, homosexuales y opositores.

El siguiente punto nos lleva al año 1187, cuando Saladino conquistó el indefinido reino de Jerusalén, donde hasta entonces convivieron cristianos, musulmanes y palestinos, dando fin a las cruzadas. Esto supuso la fundación al norte de Europa del reino de los teutones, la instauración del reino de Malta por los caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén y la instalación de los templarios en Francia, algo que el rey Felipe IV no podía tolerar ya que, técnicamente, se constituían como un estado dentro de su estado, con gran capacidad económica y formado por la élite militar del momento, que sólo respondía al Papa. Este será un elemento clave para entender el futuro.

Ya en España, tras la llamada Reconquista, en 1492, no los musulmanes sino los judíos fueron expulsados, y poco después también de Portugal. Los moriscos serían desterrados por Felipe III entre 1609 y 1614. Curiosamente, con el devenir, España ofreció la ciudadanía española a los descendientes de aquellos judíos expulsados, pero nunca a los descendientes de los moriscos.

Y así llegamos a la Alemania nazi entre los años 1939 y 1945, donde el III Reich llevaría a cabo una brutal limpieza étnica en la que se calcula que se llegó a exterminar a 6.000.000 de personas, mayoritariamente judíos, aunque también se cebaron con gitanos, homosexuales y opositores.

El fin de ese conflicto bélico liberaría de los campos de concentración y exterminio a millones de judíos procedentes de distintos países, a los que no resultaba fácil devolver. Así, mientras la Unión Soviética relevaba a los judíos a los gulags o campos correccionales, los Aliados, Reino Unido, Estados Unidos y Francia, ante la imposibilidad para repatriarlos e intentando evitar la creación de un estado dentro de otro estado, como ya había sucedido con los templarios, decidieron instalarlos en un nuevo territorio y, a ser posible, lo suficientemente alejados para que no fueran un estorbo.

Esa ubicación fue parte del estado de Palestina, a la sazón protectorado británico, arrebatándole la mitad de su territorio a los descendientes de los filisteos, que nunca habían dejado de morar ahí. Este es el punto justo donde se armó el belén, ya que la organización territorial de Oriente Medio, unida al colonialismo europeo, dio alas a los judíos para invadir todo territorio que les apeteciera a su alrededor, y cuando la costumbre hace callo, unido a la responsabilidad de Occidente en su creación, ha dado como resultado esa permanente impunidad de Israel hacia los países vecinos, porque, como dijo Frédéric Bastiat, cuando el saqueo se convierte en un modo de vida de un grupo de hombres dentro de una sociedad, no tardarán en crear un sistema legal que lo autorice y un código moral que lo glorifique.

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