Opinión

¿Asesino o un superviviente?

La victoria del iraní Javad Foroughi en la modalidad de tiro con pistola de aire comprimido supuso el segundo encontronazo diplomático del COI en los Juegos de Tokio. Irán es una dictadura. Una república islámica de casi 83 millones de habitantes donde, según un expresidente, "no existe un solo homosexual". Rivales, deportistas exiliados y asociaciones de derechos humanos acusan a Foroughi de ser miembro activo de la Guardia Revolucionaria Islámica, grupo calificado como "terrorista" por Estados Unidos, Israel, Arabia Saudí, Gran Bretaña o Baréin.

La Guardia es un organización con diversas vertientes -paramilitar, social, económica- casi un gobierno paralelo, cada vez con más poder en Irán. Tiene una facción denominada "Basij" que ayuda y financia a "Hezbollah", "Hamás" o la "Yihad Palestina". Según la versión iraní, Foroughi es enfermero y prestó servicio médico en Irak o Siria. Según la versión opositora, es un asesino y fanático que "se entrena" disparando a blancos humanos en zonas de conflicto. Una acusación todavía no probada. Todo es posible. Incluso que Foroughi se involucrase en el movimiento para sobrevivir, trabajar y evitar sospechas. También es cierto que su país envía a los Juegos sólo a deportistas afines. Otros se atrevieron a protestar y lo han pagado con su vida o el exilio. Así es el Irán olímpico, mientras el COI mira a la Meca.

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