Deportivas papales

En un mundo donde la grandeza suele medirse desde las alturas, le invito a detenerse y observar lo que ocurre a ras de suelo porque la historia nos ha enseñado que los detalles más reveladores suelen encontrarse en lo más cotidiano, en lo que pisamos y nos sostiene. Y si hay un símbolo que encapsula esta idea es, sin duda, el de los zapatos. Me cuenta un amigo que en su pueblo era habitual ver de paseo al que todos habían dado el reconocimiento como pobre oficial. Siempre lo hacía con su ropa andrajosa y despeinado; pero lustrados y pulidos sus zapatos de cordones usados. La estampa conocida ganaba en reconocimiento público cuando se le unía que lo mejor era observarle delante de su casa, sentado bajo el árbol y embetunando sus pertenencias más viajeras. Hasta tenía una máquina de coser sin pie, de color negro y de hierro. Solo de muerto lució zapatos nuevos.

En su primera aparición tras la elección, sorprendió al mundo con su vestimenta, incluyendo la muceta roja, un elemento que su predecesor había dejado de lado

Me ha hecho observar que el Soberano de la Ciudad del Vaticano, papa León XIV, tiene captada la atención en lo que van a ser sus próximos pasos y no solo por su mensaje de unidad y servicio, sino también por su manifestación de que ciertos símbolos históricos del papado son necesarios para decir donde está y a quien representa.

Los zapatos rojos tradicionales están ausentes en la foto del nuevo pontífice. La vitrina los protege. Este detalle, aparentemente menor, da alas al primer agustinopPapa. En la tradición católica, el rojo representa la pasión de Cristo, la abnegación y la entrega total a la fe y debe ser sacrificio porque durante siglos, los pontífices han usado este calzado como un recordatorio de su misión espiritual, aunque los tiempos recientes se han encargado de ir trayendo ejemplares más ergonómicos. El propio Papa Francisco, como líder de la Iglesia Católica recibía constantemente extraordinarios regalos por parte de sus admiradores y uno de ellos fueron unas zapatillas de la marca Nike, en el modelo Blazer Mid 77 Vintage. Muy de jugar al baloncesto, de color blanco, amarillo y dorado, los mismos tonos de la bandera del Vaticano. Parece que el Papa León XIV y su relación con el tenis nos acerca a esa imagen de zapatillas deportivas papales. Antes de ser elegido entrenaba en un gimnasio de Roma, donde realizaba ejercicios de resistencia y fuerza. Su entrenador personal destacó su disciplina y equilibrio y manifestó que su estilo de vida saludable es un ejemplo para todos.

Si bien no hay informes de reformas deportivas específicas para el Vaticano, su interés por el ejercicio y el bienestar podría influir en nuevas iniciativas dentro de la Iglesia, no descartemos un Papa promoviendo el deporte como parte de la vida espiritual.

León XIV se agarra al calzado trotero para seguir la postal de Francisco, que fue enterrado con sus desgastados zapatos negros. La tradición nos invita a mirar desde abajo y observar los gestos que marcan la diferencia. En su primera aparición tras la elección, sorprendió al mundo con su vestimenta, incluyendo la muceta roja, un elemento que su predecesor había dejado de lado. Pero más allá de la indumentaria, su mensaje es claro: la Iglesia debe pasear como signo de comunión y reconciliación rechazando el liderazgo solitario.

Y para ello hay que tener pisada acertada que maximice la eficiencia en cada huella y permita decisiones que moldeen el camino y ayuden a tomar pulso al presente. Y quizás, en tiempos de incertidumbre, sea precisamente desde abajo donde podamos encontrar las respuestas que buscamos.