Disparo a la democracia

Publicado: 18 sep 2025 - 01:05

Opinión en La Región
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Cuentan los Estados Unidos de América con una Historia, pequeña comparada con la nuestra, donde los asesinatos con arma de fuego a personalidades relevantes tienen un importante capítulo. Estrellas de la música como John Lennon entrando en el portal del edificio Dakota donde residía en el apartamento 71 o Sam Cooke en el Hacienda Motel de Los Angeles…y, por supuesto, el mundo de la política como Martin Luther King Jr. en el Lorraine Motel en Memphis o el también salvaje y reciente de Charlie Kirk en Orem en el campus de la Universidad Utah Valley.

El destino de las balas ha sido en varias ocasiones el máximo dirigente del país, el inquilino del edificio del número 1600 de la Avenida de Pensilvania en Wahington D.C.: el Presidente. Con resultado de muerte Abraham Lincoln, James A.Garfield, William McKinley y John Fitzgerald Kennedy… En tentativa Andrew Jackson, Gerald Ford (dos intentos en 17 días, por dos mujeres y en el mismo estado: California) y Ronald Reagan. Los expresidentes Theodore Roosevelt y Donald Trump…

Los Kennedy sumarían en 1968 a Robert Francis Kennedy, tío del actual Ministro de Salud norteamericano, que estuvo en Ourense en 2017 y guardo para mí su testimonio acerca del magnicidio de Dallas y su vivencia cuando el atentado a su Padre, exfiscal general del Estado y en el momento de su muerte en la carrera hacia la nominación demócrata… también sus confesiones siendo niño y travesuras con destinatarios como el todopoderoso Edgar Hoover, Director del FBI (lo fue durante cuarenta y ocho años, hasta su muerte).

El peor enemigo de la sociedad que todos pretendemos mejorar es la polarización

Desde 2021 Estados Unidos contabiliza cinco asesinatos o intentos de asesinato de figuras políticas, y es el número más alto desde la década de los sesenta, excluyendo el crimen de Kirk. Así lo acredita el Violence Project de la Universidad de Hamline. El ya citado intento de Trump en Butler; el incendio de la residencia de Josh Saphiro, gobernador demócrata de Pensilvania; el asesinato de Melissa Hortman, Presidenta de la Cámara de representantes de Minnesota, y su marido; la tentativa al senador estatal John Hoffman y su esposa…no olvidemos las más de ciento ochenta balas que el once de agosto un hombre disparó contra la sede de los CDC, la agencia federal encargada de la protección de la salud pública.

¿Cómo explicar toda esa truculenta Historia, terriblemente actual? Quizás reflexionando sobre las más de quinientas millones de armas en manos de civiles en Estados Unidos en un país con trescientos cuarenta millones de habitantes. Y el mundo puede cambiar utilizando sólo una de esas armas. Más armas que personas en domicilios particulares. Sin duda esa dramática realidad dibuja el origen de los tiroteos en colegios, lugares públicos, centros de enseñanza…En ese país no hay impedimentos para que una persona con dieciocho años pueda comprar un arma y sí deben acreditar tener veintiuno para comprar una cerveza. Este viaje a ninguna parte define el diálogo de sordos que en estos momentos representan las dos Américas, la demócrata y la republicana. El clima de crispación, la retórica del enfrentamiento, el patriotismo bien o mal entendido…síntomas evidentes de la fractura existente donde no cabe otra que la llamada a la reconciliación.

El peor enemigo de la sociedad que todos pretendemos mejorar es la polarización, el enfrentamiento radical y un espectáculo a la vista de nuestros niños y jóvenes, mandatarios del futuro, que digieren un escenario donde posiblemente tengan dudas entre lo real y lo virtual azuzados por el poder ilimitado de las redes sociales y sus contenidos. Ese peligro inminente puede asestar un golpe mortal a las conciencias individuales y a las identidades colectivas. Una realidad que nos devora a golpe de tweet en X, novedades en Facebook, directos en Instagram o publicaciones en tik tok y YouTube…un planeta donde cada usuario es un reportero y cada comentario puede viralizarse en cuestión de segundos. Un mundo donde no sabemos si una noticia es reciente o ya ha sido sobrepasada por otra en un proceso de actualización permanente que nunca se acaba. Ojalá el asesinato de Kirk sirva para un proceso general de reflexión mundial pero mucho me temo que las noticias siguientes sepulten la posibilidad de una llamada genérica a la responsabilidad. El debate verdad-posverdad centrado en cómo en nuestra era, la digital, los hechos objetivos son menos influyentes que las emociones y creencias personales. Aboguemos, sin reservas, por la alfabetización mediática, el pensamiento crítico y la educación. No tenemos adversario más duro e implacable que la polarización y la apatía informativa.

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