Jenaro Castro
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Créanme que siento una gran alegría al observar como fuera de España honran y reconocen a algunos ourensanos. Ahora acabamos de conocer que el pasado 20 de agosto comenzaba la sesión de clausura de la Fase Diocesana de la Causa para la Beatificación del Siervo de Dios, P. Cesáreo Gil Atrio, en la Villa Mosén Sol, Urb. El Marqués, en Caracas, cuando se celebra el 65 aniversario del primer cursillo de cristiandad en Venezuela, cuyo iniciador fue el padre Cesáreo Gil.
Falleció el 14 de octubre de 1997 y hoy avanza en su camino a la santidad. Su sepulcro figura en el ala izquierda de la Iglesia, majestuoso en mármol
En noviembre del año 2018 se iniciaron las gestiones para su proceso de canonización. El Siervo de Dios P. Cesáreo Gil Atrio, era natural de Espinoso (Ourense). Fue un operario incansable, como le llamaban. Fue ordenado sacerdote el 1 de marzo de 1947. Durante sus 38 años en Venezuela fundó casas de retiro, la editorial Trípode y la construcción de la Iglesia María Madre de la Iglesia, que yo conocí, en El Marqués. Falleció el 14 de octubre de 1997 y hoy avanza en su camino a la santidad. Su sepulcro figura en el ala izquierda de la Iglesia, majestuoso en mármol.
A ninguno de mis conocidos se le oculta el cariño y afecto que profeso a la familia Gil Atrio que, sin duda, es una de las notables de la diócesis ourensana. Tengo dos anécdotas vividas en primer plano que quisiera dejar hoy aquí en la espera de poder celebrar la beatificación y canonización de D. Cesáreo Gil.
En una de las visitas “Ad limina” acompañando a mi Obispo en un momento entraron a saludar al papa San Juan Pablo II los seminaristas de la diócesis que entonces estudiaban en Roma. En concreto Ramiro Cougil, Julio Lamelas y José Antonio Gil Sousa. Me introduje en la conversación y le dije al Papa: Santidad este cura, José Antonio, tiene muchos familiares sacerdotes o religiosos. En concreto cuatro sacerdotes, varios sobrinos así como religiosas. El Papa se volvió a José Antonio y le dijo: “Eres de una familia muy clerical”. Así es. Dos llegaron a ser deanes de Santiago y Ourense. Y D. Cesáreo fue un referente para la Iglesia venezolana.
La segunda anécdota. Visitaba yo Venezuela y fui a la casa en la que vivió D. Cesáreo a hablar, en este caso, con el hoy Cardenal Porras que era entonces presidente de los obispos. Al decirle que quería escribir algo sobre D. Cesáreo con alegría me dijo: “Estamos reunidos los obispos, vienes a la asamblea episcopal y ya verás”. Así fue. Al entrar en la sala Porras me presentó como un cura de Ourense que venía para hacer un trabajo sobre Don Cesáreo. Las lágrimas cubrieron mi rostro. Todos los obispos se pusieron de pie y prorrumpieron en un largo aplauso. “Ya ve”, me dijo Porras. “Todos le deben mucho al P. Gil que trabajó inmenso y publicó numerosos libros, todos muy interesantes: “Verdades en punta”, “Contrabando de Santos”, “Los silencios de María”… entre otros.
Por eso merecido es este proceso y esperamos verlo pronto en los altares para gloria de la diócesis, de la zona de Cartelle y de esa gran familia Gil.
Para mí sería una gran alegría verlo en los altares junto a D. Rogelio Vázquez Ascariz, a quien le profeso una gran devoción igualmente y llevo su foto en mi cartera. ¡Que los dos lleguen a los altares! Para bien de la Iglesia y que D. Cesáreo proteja y guíe a Venezuela donde tantas cosas hablan de su presencia allí.
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