Eduardo Medrano
TAL DÍA COMO HOY
Camino de Santiago
Cuando 14 mujeres de diferentes profesiones, trayectorias e inquietudes decidimos unirnos, creando la asociacion “Mirada Mulleres +60” teníamos muy claro nuestro objetivo: erradicar el edadismo. No infantilizar a las personas mayores. Dar mayor visibilidad social a las mujeres en estas edades. Incluir nuestra voz y experiencia en estudios de género. Crear redes de apoyo para el abordaje de la soledad no deseada y el abandono. Concienciar en la lucha contra la violencia de género en las mujeres mayores. Estar representadas en las tomas de decisión de nuestra ciudad. Y colaborar con otras asociaciones para poder ser y hacer más.
Desde nuestra experiencia, observamos con sentido crítico nuestra sociedad, pero sobre todo, de un modo constructivo. De ahí que en estos apenas 3 años nos hayamos esforzado en transmitir nuestro mensaje a todas las instituciones, sectores y estamentos de la sociedad, porque el edadismo, o discriminación por motivos de edad, es un conjunto de prejuicios que nos llevan a comportamientos como invisibilizar a los mayores, o suponerlos incapaces por su edad.
Y aquí quisiera señalar una anécdota que viví en primera persona. Un día, estando en casa con mi nieto Martín y una amiguita suya, la niña no disimuló su sorpresa al comprobar que “la abuela de Martín tiene iphone y usa el ordenador”. Un claro ejemplo de cómo se va forjando el edadismo desde la más tierna inocencia de la infancia.
Tristemente, el edadismo es un fenómeno que está siendo normalizado en nuestra sociedad y precisamente por ello tenemos el deber moral de combatirlo con todas nuestras fuerzas y recursos a nuestro alcance. Infantilizar a las personas mayores en el trato -aquí me refiero al tratamiento indiscriminado de “abuelo/a” hacia personas que tienen un nombre por parte de otras personas que no son sus nietos-, es solo un ejemplo de esa discriminación social que pretende enraizar y cuya erradicación es responsabilidad de todos. Y ya no digamos la palabra “vejestorio”.
No se trata de proteger “a los mayores” como si fueran un grupo ajeno, sino de entender que combatir el edadismo es una inversión en nuestro propio futuro
Pero no todo ha de ser preocupante en este asunto: también hay una gran esperanza con gobiernos y dirigentes políticos que comparten este objetivo y han puesto en marcha sus recursos para ello. Aquí me estoy refiriendo a la Xunta de Galicia, primera administración pública en poner en marcha una plan firme para erradicar esta lacra, algo que en “Mirada Mulleres +60” hemos acogido con esperanza.
Hace apenas unas semanas, el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, resaltó la nueva Estrategia Gallega contra el Edadismo como un hito muy relevante y como pilar imprescindible para tener una sociedad más justa y humana: “Arrinconar a la gente que está aún con plenas capacidades y que no quiere arrinconarse no tiene ningún sentido. Y la sociedad que haga eso o que acepta que eso pase está pegándose un tiro en el pie”, apuntó.
Compromisos así, bien planteados y diseñados, y con dotación presupuestaria firme, conforman la esperanza que necesita nuestra sociedad para seguir poniendo coto a un problema social que, tarde o temprano, nos afectará a todos y todas.
La ironía es brutal: todos, absolutamente todos, si tenemos suerte, llegaremos a ser el grupo que hoy despreciamos o ignoramos. Discriminar por edad es como cavar tu propia fosa social, solo que con décadas de antelación.
No se trata de proteger “a los mayores” como si fueran un grupo ajeno, sino de entender que combatir el edadismo es una inversión en nuestro propio futuro. Porque tarde o temprano, la etiqueta que hoy usas contra otros, te la colgarán a ti.
En definitiva, el edadismo es el prejuicio más contradictorio: discrimina a un grupo al que todos pertenecemos en potencia. Luchar contra él no es un favor que hacemos a “los otros”, sino un acto de respeto hacia nuestro propio mañana.
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