Opinión

N-120: la histórica injusticia con Valdeorras

¿Cuántos baches debe tener una carretera para ser reparada? ¿Hasta dónde debe llegar el estado de abandono de una vía pública para que nuestros gobernantes pongan soluciones? ¿No son suficientes un millar, tal y como ha contabilizado este periódico, para que la Administración tome conciencia de la gravedad del problema? ¿Es que faltan muertos encima de la mesa para ser escuchados? 

Los 110 kilómetros de la N-120 que separan O Barco de Valdeorras y Ourense han conseguido un triste récord al entrar con página de oro en el Guinness de la desidia, la negligencia, la dejadez, la indolencia y la apatía en el mantenimiento de las vías públicas. No existe un caso igual en la red nacional de carreteras, una situación de abandono en tantos kilómetros y durante tantos años. Porque el resultado actual no es nuevo, es la acumulación de sucesivos parches administrativos -tanto en sentido real como figurado- de quienes son los verdaderamente responsables, y supone un triple agravio. En primer lugar para los ciudadanos de Valdeorras, los más afectados, pero también para la provincia de Ourense, debilitada en sus conexiones con uno de sus principales núcleos económicos y poblacionales. En segundo lugar, para el sur de Lugo, con una gran dependencia en sus desplazamientos por esta carretera. Y en tercer lugar, para toda Galicia, porque es un problema que trasciende los límites locales e incide y perjudica el desarrollo de la Comunidad. 

¿Hasta dónde debe llegar el estado de abandono de una vía pública?

Esta carretera nacional contabiliza a su paso por Monforte, y según los datos del Ministerio de Transportes referidos al año 2019, una circulación de casi 250.000 vehículos mensuales, de los que el 10 por ciento son camiones, y es el eje de comunicación más importante que tienen los habitantes de la comarca de Valdeorras para realizar gestiones administrativas, médicas, comerciales y empresariales con la capital de la provincia. Estamos hablando de una población en torno a los 25.000 habitantes, pero a los que hay que añadir una cantidad similar de usuarios del sur de Lugo, para quienes también es la principal infraestructura viaria en sus desplazamientos. 

Y si para el movimiento de las personas es un eje básico, en el caso de las empresas la situación es aún más dramática. El estratégico sector de la pizarra solo puede utilizar la N-120 para exportar sus productos, bien hacia la costa para embarcarlos hacia terceros países o bien hacia otros puntos de España. La economía valdeorresa suma al Producto Interior Bruto (PIB) de Ourense casi un 10 por ciento del total, siendo la comarca que más aporta de toda la provincia. En un mundo globalizado donde la competencia es cada día más agresiva, disponer de malas infraestructuras penaliza severamente la economía de la región. 

Prolongar esta situación durante más tiempo pone en peligro la vida de los usuarios de esta carretera

Además, un trayecto en el que existen ocho baches, socavones y grietas por cada kilómetro recorrido supone un deterioro añadido a los vehículos que, a menudo, acaban en los talleres con reventones en las ruedas, pinchazos o daños mayores. Pero si los destrozos en los coches son importantes, no debemos perder de vista que hay algo más grave, y es que prolongar esta situación durante más tiempo pone en peligro la vida de los usuarios de esta carretera. La conducción en estas circunstancias entraña situaciones de riesgo, donde la necesaria atención se ve mermada para estar pendientes de los obstáculos que surgen cada pocos metros. 

No se puede consentir que esta situación se prolongue por más tiempo y es el momento de exigir a la Administración soluciones. En primer lugar, acometiendo la necesaria conservación de la N-120 en todo su recorrido para garantizar la seguridad de los conductores. Pero, sobre todo, ha llegado el momento de exigir un compromiso para que la A-76 sea una realidad, con plazos concretos de ejecución de obras y de puesta en servicio, trasladando a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) los recursos económicos necesarios para su ejecución. No podemos esperar más, es urgente dar una solución a Valdeorras, a Ourense y a Galicia. 

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