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A finales del XIX, algunos empresarios de Saint Moritz comenzaron a adaptar los trineos para fines recreativos y desestacionalizar su oferta turística. Así nació el bobsleigh, un deporte olímpico, exótico, nórdico y blanco como la nieve donde la aparición de cuatro negros como el azabache es un milagro. Es la historia que cuenta el filme ‘Elegidos para el triunfo’. Con bastantes licencias poéticas, Disney narra cómo Jamaica se convirtió en la primera selección tropical en participar en unos Juegos de Invierno. Dos empresarios norteamericanos impulsaron un equipo de bobsleigh en el Caribe inspirados por una carrera de carretillas y la tradición velocista jamaicana sin saber que lo que comenzó siendo un chiste, acabaría mitificándose.
La historia de España en el bobsleigh puede resultar similar a la de Harris, Stokes, White y Clayton, al menos, por lo impropio de un deporte de hielo en medio de una península de paella y sangría. Pero mucho antes del debut nacional en unos Juegos de Invierno, en 1936, un inventor español, Ricardo Soriano, marqués de Ivanrey, patentó el bobsleigh contemporáneo de acero, semicabinado, en forma de torpedo, con el que los suizos batieron todos sus récords. Pasaron 20 años hasta que un español lo deslizó sobre una pista olímpica. Fue otro marqués, de Portago. Alfonso Cabeza de Vaca, polímata competitivo, se desempeñó en mil deportes. Fue el primer español en Ferrari y alcanzó un podio en Fórmula 1. En 1956 reunió a dos primos y dos amigos para competir en descenso de trineo. Como ocurrió con el equipo jamaicano, sus rivales se mofaban de las caídas de los españoles, pero el denuedo venció a la lógica y consiguieron un histórico diploma. La apuesta continuó sin él cuando falleció en un fatídico accidente automovilístico. Grenoble 1968 fue la última comparecencia olímpica española con cuatro bobs y resultados más discretos. Esta aventura en la que también estuvieron implicados el récord del mundo no oficial de jabalina, De la Quadra Salcedo, o el primer deportista negro español en unos Juegos, Maximiliano Jones, se cortó bruscamente con otro accidente mortal, el de López Solanes en Cervina al salirse su bob en la última curva.
La historia de España en el bobsleigh puede resultar similar a la de Harris, Stokes, White y Clayton, al menos, por lo impropio de un deporte de hielo en medio de una península de paella y sangría.
Hoy se retoma con esperanza con otra “Elegida para el triunfo”. Leanna García nació y se crio en Ottawa. Comenzó en atletismo lanzando peso y martillo, pero no fue hasta la Universidad cuando abrazó el bobsleigh. La fuerza ganada en sus lanzamientos le ayudaba a empujar un trineo de más de 160 kilos. Compitió con éxito con su selección en la modalidad de a dos. Sin embargo, algo no funcionaba bien en las Américas y Leanna quería cambiar. ¿A dónde podría ir? Su familia paterna es oriunda de un pueblo más campechano como Colmenar Viejo. Una oportunidad laboral de su abuelo como soldador les hizo emigrar. Leanna se puso en contacto con Ander Mirambell, cuatro veces olímpico en skeleton, para las gestiones; se convirtió en española de facto y, en noviembre, competía por vez primera en monobob enfundada en un mono rojigualda.
El próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Leanna se convertirá en la primera española en competir en un mundial de bobsleigh. El reto es todavía mayor: ser la primera en hacerlo en unos Juegos Olímpicos que serán en 2026, justamente, 70 años después de que el marqués de Portago lo iniciase todo en el mismo lugar: Cortina d’Ampezzo.
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