Gonzalo Iglesias Sueiro
Emociones cautivas
Vengo a hablar de mi libro, gritó desaforadamente el autor del libelo, que tenía a la comarca atemorizada por el resultado de sus maldiciones. Los umbrales de cada habitación de la casa en la que se hospedaba estaban insonorizados, para no oír las voces del novel recomendado por el amo de la mansión. Era tal su influencia que se le permitía que utilizase, las veces que lo necesitase, el flamante Mercedes que recientemente había adquirido el mecenas del desaprensivo novel. Ningún miembro del caserío se atrevía a oponerse o hacer el más pequeño comentario dado que podía considerarse injurioso…”.
Hoy he leído, como siempre que tengo la oportunidad de hacerlo, el artículo de Juan José Millás titulado “Detonación metafísica”. Su contenido ha sido un revulsivo que me ha trasladado a la época, hace más de 55 años, de mi primera crisis existencial, periodo que me hizo reflexionar sobre la consagración del pan y el vino en el cuerpo de Cristo y por lo tanto en Dios. Yo en mi infancia y juventud lo creía firmemente, como la madre de Javier Cercas y el Papa Francisco en “… La resurrección de la carne y la vida eterna…”. Lo que plasma magistralmente Cercas en su libro “El loco de Dios en el fin del mundo”.
Era tal su influencia que se le permitía que utilizase, las veces que lo necesitase, el flamante Mercedes que recientemente había adquirido el mecenas del desaprensivo novel.
Fue muy doloroso abandonar la FE ante la fuerza de la RAZÓN. Y para recuperar la primera hacer enormes sacrificios, que pocos “creyentes” hacen porque su fe es ciega e irreflexiva. Si fuese una Fe absorbente de la Razón, los creyentes estarían postrados y extasiados ante el hecho extraordinario de que el Cristo, el hijo de Dios, estuviera en la Hostia una vez consagrada…
No pretendo ser un populista que en nombre de una “verdad alternativa” critique el doble silencio de un pueblo que ya no cree y unas élites que no necesitan escuchar. Ese sencillo “axioma” crea un vacío ensordecedor, donde los profetas resentidos y los intelectuales pasivos ante el PODER participan en silencio ante el dogma de los que trafican con las emociones para enfrentar a los pueblos y esclavizar a la humanidad.
Estamos entrando en la antesala del fin de la “civilización humanista” .
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