Chito Rivas
RECUNCHO HEBDOMADARIO
Os arquivos do terror
SENDA 0011
Cuando se habla de éxito empresarial, la conversación suele girar casi siempre en torno a un mismo eje: la localización. Se da por hecho que, para crecer, innovar o atraer talento hay que estar en el centro de todo. En una gran capital, rodeado de rascacielos, tráfico y restaurantes a la última moda. Aún persiste esa idea de que las oportunidades solo florecen donde se concentra el capital, el ruido mediático y las grandes infraestructuras.
Pero en Redegal hemos comprobado que eso no es del todo cierto. De hecho, nos atrevemos a decir que es una mirada incompleta. Porque hay algo profundamente poderoso en elegir de forma consciente otro camino. Uno que, a primera vista, puede parecer menos evidente, pero que tiene toda la lógica del mundo: construir desde Ourense para llegar a todas partes.
No fue una decisión sentimental ni un gesto romántico. Fue una apuesta estratégica. Ourense es donde nacimos, y sigue siendo nuestro centro de operaciones. Desde aquí, sin aspavientos, pero con mucha determinación, hemos levantado una empresa con alcance global. Y lo hemos hecho con la tecnología como aliada, rompiendo barreras físicas, conectando personas, y sumando perspectivas diversas desde distintos puntos de la geografía.
Cada miembro del equipo ya sea en Ourense, cualquier otra provincia española, o de las otras ocho nacionalidades con las que contamos, aporta algo que nos hace mejores. Pero también es verdad que el equipo que trabaja desde nuestra sede juega un papel muy especial. Porque ahí, en nuestro día a día presencial, es donde se cuecen las ideas más atrevidas, donde se pulen las decisiones importantes y donde se respira con más fuerza nuestra cultura. Hay una energía que se genera cuando las personas comparten espacio, miradas, gestos, silencios incluso. Y eso, aunque suene intangible, se nota en los resultados.
A veces nos preguntan cómo es posible que una empresa nacida en una ciudad pequeña compita con gigantes que tienen recursos casi infinitos. La respuesta es sencilla: la innovación no entiende de códigos postales.
A veces nos preguntan cómo es posible que una empresa nacida en una ciudad pequeña compita con gigantes que tienen recursos casi infinitos. La respuesta es sencilla: la innovación no entiende de códigos postales. Importa la actitud, el talento, las ganas de hacer las cosas bien. Y en eso vamos bien servidos. Tenemos la suerte de contar con un equipo extraordinario localizado en cualquier parte del mundo que comparte la ambición, la creatividad y la determinación para ir siempre un paso más allá.
Además, seguir en Ourense nos da algo que pocas compañías tienen: arraigo. Nos permite captar talento que no quiere irse de su tierra o que quiere volver. Nos da la posibilidad de crecer sin desconectarnos de lo que somos. Y nos permite contribuir activamente al desarrollo económico y social de nuestra comunidad. Porque ser empresa también va de eso: de generar impacto, de dejar huella, de devolver algo al lugar que te vio empezar.
Hoy, en un mundo donde casi todo puede hacerse desde cualquier sitio, el “dónde” ya no limita. Es más: puede convertirse en una ventaja. Para nosotros, Ourense no es un rincón apartado. Es nuestro corazón. El punto desde el que conectamos con el mundo. La raíz de una red que crece cada día, que suma talento, y que avanza con paso firme hacia el futuro.
Queremos seguir demostrando que se puede construir algo grande sin moverse del lugar donde uno se siente en casa. Que no hace falta estar en la capital para tener ambición global.
Y que las buenas ideas, cuando se cuidan y se ejecutan con mimo, pueden florecer en cualquier parte.
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