La estrategia de la estupidez

A mi amiga Cris le han regalado un espejo de cuerpo entero desequilibrado. Como consecuencia de una pequeña inclinación, ella se veía disminuida. Decidí manipularlo y me costó encontrar el punto exacto para alcanzar su gusto. Ahora, por la inclinación contraria, la refleja un poco más alta de cómo es en realidad. Quedó contenta y al salir de su casa me fui escuchando las noticias de la actualidad cambiante, las diatribas de nuestros representantes en la vida pública y las opiniones de los tertulianos más diversos. Jugué a imaginar a tanta gente frente a todo tipo de espejos: cóncavos, convexos, planos, esféricos, inclinados, coloreados… Despierte usted su imaginación y coloque frente al espejo correspondiente a Trump, Putin, Netanyaho, Meloni… o si le apetece quedarse en nuestro contorno piense ante qué espejo se peinan cada mañana Sánchez, García-Paje, Feijóo, Díaz Ayuso, Rueda, Mazón, Abascal… y cómo sus espejos les inyectan el valor necesario para mostrarse públicamente como aguerridos luchadores de la vida pública.

Inmerso en el juego de las imágenes me sentí en el típico “barracón de los espejos” de las ferias de mi infancia

El juego es muy educativo además de divertido porque gracias al espejo elegido podrá entender lo que dicen, tanto si lo piensan o no, y lo que hacen saltando de una imagen cómoda a otra distorsionada en función de los intereses de cada momento. Llegará a dos conclusiones. Una, si todos se reflejaran en el mismo espejo de la realidad nítida, la vida cotidiana no sería este valle de tensiones al que nos condenan. Y dos, el imperio de la estupidez no nos conduciría a un futuro peligroso.

La estrategia de la estupidez se ha contagiado a todos los rincones de la civilización

Inmerso en el juego de las imágenes me sentí en el típico “barracón de los espejos” de las ferias de mi infancia. En un extenso salón en el que nada era verdad sin dejar de ser cierto. Nada más estúpido que sentirte alto o rechoncho, delgado o curvo, aplastado o disperso… exactamente como la pesadilla a la que nos llevan los grandes estúpidos del mundo, tipos ricos y poderosos como Trump o Elon Musk, a quienes sus espejos le devuelven imágenes de dioses invencibles, como en su día se las ofrecieron a tipos de la calaña de Franco, Hitler o Mussolini, capaces de destruir a millones de seres humanos para alimentar sus egos e intereses. Ahora no estamos lejos por cuanto nos llega de EEUU, de Rusia, de Israel, de China, de Argentina, de Italia… Y mi pregunta es obsesiva, ¿qué ha sucedido en esas geografías para darles tanto poder a seres estúpidos?

La estrategia de la estupidez se ha contagiado a todos los rincones de la civilización. ¿Acaso no es estúpido que las ideas de extrema derecha estén arrasando en los círculos de la juventud democrática? En este punto el espejo de mi generación, y el de las que nos han seguido, nos acusa de haber confiado en la honestidad y creído en los espejismos de la verdad. ¿Acaso no es estúpido que las derechas demócratas y cristianas les hagan el juego a las totalitarias sin pudor? Está sucediendo en Francia, Alemania e Italia mientras en España el PP se rinde al chantaje de Vox, como única alternativa para alcanzar el Gobierno del Estado, en lugar de ofrecer alternativas de gestión, de convivencia, de solidaridad y de gobernabilidad consensuada con el resto de fuerzas democráticas e incluso nacionalistas. No. La estrategia de la estupidez se llama confrontación, judicialización partidaria y satisfacción ante el reflejo de un espejo cóncavo permanente.

Desconozco en qué espejo se miraba cada mañana Albert Einstein pero sé que tuvo razón al considerar que la estupidez humana es infinita. Más que el propio universo. Ni aun manipulando los espejos conseguiremos librarnos de ella.