Gernika

CAMPO DO DESAFÍO

Publicado: 02 dic 2025 - 05:55

Opinión en La Región
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El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, de visita en España estos días pasados, tuvo un interés especial por ofrecer disculpas en Gernika. Pedir perdón por el mortífero ataque aéreo que, en la tarde del 26 de abril de 1937, aviones alemanes de la Legión Cóndor, con base en Vitoria y Burgos, lanzaron contra esta localidad, que no era objetivo militar, pero sí latía como corazón identitario de los vascos al albergar la histórica Casa de Juntas, el simbólico roble heráldico y lugar donde, a lo largo de los siglos, los señores de Vizcaya rendían lealtad al rey de Castilla a cambio de que éste respetara sus antiguos fueros.

Steinmeier traía una agenda concisa y empeñada en esta búsqueda de reparación. Dos días antes, en Madrid, en el Museo Reina Sofía, visitaba el Guernica pintado por Picasso entre el 11 de mayo y el 14 de junio de 1937. La icónica pintura fue producto del encargo realizado por el Estado español para el pabellón que la República instalaba en la inminente feria internacional de París. Casi ocho metros de largo por tres y medio de alto, mide el lienzo que Picasso pintó en negro, blanco y una gama de grises. La tragedia de Gernika dio a Picasso el tema para cumplir con el encargo. Las fotografías que Dora Maar realizó del proceso de creación ilustran el febril trabajo del artista malagueño. El cuadro se convirtió de inmediato en símbolo universal de los horrores de las guerras. Su llegada a Madrid, en 1981, fue un espaldarazo a la normalización de la democracia en España.

Era la primera vez que Alfonso VI visitaba Gernika; en perspectiva histórica, un gesto de respeto a los fueros vascos

Al presidente alemán le acompañaban en Gernika el rey de España y el lehendakari Pradales. Era la primera vez que Alfonso VI visitaba Gernika; en perspectiva histórica, un gesto de respeto a los fueros vascos, hoy sobreseído por la Constitución democrática, el parlamentarismo y el desinterés de los nacionalistas en reconocer aquellos históricos vasallajes. Pese a la nueva arquitectura institucional y de poderes, la presencia real en Gernika tuvo, aún en su bajo perfil, una muestra de voluntad de cercanía, de estar presente, y un alto valor reparativo: con el pueblo de Gernika y con la sociedad vasca. El PNV y el propio lehendakari pidieron al rey una explícita petición de disculpas “por el agravio cometido por la dictadura franquista y las injusticias sufridas por Euskadi”. Una reclamación de deslindes difusos; también para los nacionalistas. Al respecto, Lilith Verstringe escribió que “la reparación siempre será fragmentaria y no del todo satisfactoria”.

En todo caso, hay una vieja petición nacionalista que no sé si alguien habrá recordado estos días. Se trataría de ceder, en préstamo del patrimonio del Estado, el Guernica de Picasso a Euskadi. Es difícil imaginar mejor ni más simbólica reparación.

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