Francisco Lorenzo Amil
TRIBUNA
Lotería y Navidad... como antaño
Uno de los últimos afanes de Sánchez es la internacionalización de su figura. En Venezuela tiene el presidente del Gobierno la ocasión de consagrarse. Malo sería que, ante el riesgo de caos en un país integrado en nuestra política interior, se escondiera tras las siglas de la UE. Debe dar un paso al frente. Por razones históricas, comerciales y otras, España está llamada a marcar la posición europea en el conflicto que, tras los sucesos del día 23, enfrenta al poder ejecutivo con el Parlamento, dispara la tensión en las calles y alerta a las principales cancillerías del mundo.
El Gobierno español, como referente europeo en el devenir de la política latinoamericana, tiene ahora ocasión de retratarse frente al choque de las dos instituciones y el conflicto de legitimidades que se niegan mutuamente, pues la Asamblea Nacional no reconoce al Gobierno de Maduro y el Gobierno de Maduro no reconoce a la Asamblea Nacional.
El hijo de un taxista de Tenerife, Juan Guaidó, se ha proclamado presidente "encargado" (en funciones) del gobierno venezolano en su condición de presidente de Venezuela durante el año en curso.
Quien además es líder opositor ha motivado el clamor de miles de venezolanos que piden en la calle el fin del chavismo. Lo mismo hacen los principales gobiernos democráticos. Reconocen a Guaidó, niegan legitimidad a Maduro, le piden que renuncie a utilizar la fuerza (la represión de las últimas horas ya ha causado varios muertos) y apuestan por el cumplimiento de las previsiones recogidas en los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución sobre el vacío de poder, a la espera de celebrar elecciones democráticas, libres y creíbles.
Nicolás Maduro ya está inhabilitado para desempeñar esas tareas. Los índices del rechazo popular al chavismo y su obra (miseria, inseguridad, inflación, desabastecimiento, miles de ciudadanos que huyen del país y corrupción en las élites) alcanzan al 80% de la población. Escandalizan las prácticas antidemocráticas del sucesor de Chávez. Incluidas las últimas elecciones presidenciales (mayo 2018), sin concurrencia de la oposición y convocadas por una "asamblea constituyente" cocinada por el poder ejecutivo en paralelo a la Asamblea Nacional constituida en 2015 con mayoría opositora.
Solo Rusia, China, Turquía, Cuba, Bolivia y Nicaragua se obstinan en mantener políticamente vivo a Nicolás Maduro. En cambio el respaldo popular a la audaz iniciativa del joven líder opositor de Venezuela, delfín de Leopoldo López, en arresto domiciliario desde 2017, ha sido clamoroso. Y clamoroso va camino de ser también el respaldo internacional.
En la orilla europea del mundo occidental se aplaude por primera vez una decisión del extravagante presidente de EEUU, Donald Trump, que desde el minuto uno reconoció a Guaidó como presidente interino.
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