Incógnitas por resolver

Unas elecciones autonómicas, y en este caso las que se celebrarán el próximo día 21 en Extremadura, se convocan para dar respuesta a una serie de dudas que tratarán de despejar los resultados electorales, en primer lugar, y para garantizar la gobernabilidad como su consecuencia directa. Pero en este caso existe una incógnita fundamental, mientras que el resto serán accesorias y para consumo interno de los partidos que concurren a ellas, sin obviar las consecuencias nacionales.

Si Guardiola no obtiene la mayoría absoluta ya sabe lo que le toca, ceder de forma tácita o expresa a las pretensiones de la ultraderecha, como ha hecho el recientemente nombrado presidente valenciano Juan Francisco Pérez Llorca

El principal dato relevante el día del escrutinio será si la candidata del PP, María Guardiola, ha conseguido la mayoría absoluta que le permita gobernar en solitario. Una posibilidad, sin embargo, que no prevé ningún sondeo, lo que supone que la estabilidad del gobierno dependerá de Vox, desde el momento que necesite sus votos para conseguir la investidura. Guardiola convocó las elecciones ante el bloqueo de Vox a los presupuestos regionales para el próximo año, su socio de antaño con el que no quiso pactar durante unos breves días antes de ser arrastrada por la marea que inició Carlos Mazón en Valencia. Una actitud de loable responsabilidad política pero que puede, uno, tener resultados contraproducentes si se incrementa el peso de la ultraderecha en el parlamento regional; y dos, dejar el panorama político extremeño en el mismo punto en el que se encuentra ahora, si el ignoto candidato de Vox, Óscar Fernández Calle, decide no entra a formar parte de un gobierno de coalición con el PP, de tal forma que en ambos casos de poco habrán servido las elecciones autonómicas.

Si Guardiola no obtiene la mayoría absoluta ya sabe lo que le toca, ceder de forma tácita o expresa a las pretensiones de la ultraderecha, como ha hecho el recientemente nombrado presidente valenciano Juan Francisco Pérez Llorca, y lo que ocurra puede servir de referencia a los presidentes autonómicos que ante el bloqueo de sus presupuestos se debaten entre prorrogarlos o convocar elecciones en un momento de auge de Vox que se puede certificar en Extremadura. O peor aún, saber que sus puestos están en almoneda si el líder de Vox, Santiago Abascal, exige como ha dicho, que no habrá pacto si el PP no se deprende de María Guardiola, lo que da una nueva dimensión a los resultados electorales.

Las elecciones servirán también para dilucidar otro asunto relevante: el grado de la debacle prevista para el PSOE en una de las regiones que había gobernado durante décadas y cuyos votantes tienen que valorar ahora la situación del partido en el ámbito local, con un candidato que se encuentra procesado por el caso del hermano de Pedro Sánchez y que no era el favorito de la dirección federal; y en el ámbito nacional, por la situación que atraviesa el partido con los casos de corrupción judicializados en los que están implicados dos exsecretarios de Organización, y con la respuesta timorata a los casos de abusos sexuales que han aparecido recientemente, que han puesto en pie de guerra a las feministas del partido. El líder del PP otorga a los comicios extremeños una categoría relevante por cuanto considera que pueden dar la imagen del inicio del fin del sanchismo.

El hundimiento del PSOE supone una revitalización a su izquierda, donde se da la confluencia de IU con Podemos sin Sumar y que tendrán que valorar si esa unión temporal se puede trasladar a otros lugares, o si los partidos de Ione Belarra y Yolanda Díaz siguen siendo irreconciliables pese a que la unidad suma más que la dispersión.