La verdadera infiltrada

Guion cinematográfico de un tiempo oscuro. El Goya también se lo merecen los que no brillan en la gran pantalla

Publicado: 16 feb 2025 - 09:29

La productora María Luisa Gutiérrez durante su discurso en los Goya.
La productora María Luisa Gutiérrez durante su discurso en los Goya.

Pedro y Begoña vieron hace meses ‘El 47’ en sala de cine y no ‘La infiltrada’, que sepamos. Fue su contribución previa a la gloriosa gala de los Goya a la que el presidente acudió en solitario, sin Begoña pero con 5 ministros. En Granada también fue abucheado fuera del recinto, aunque muy agasajado dentro con sucesivos guiños a los lugares comunes politizados del sanchismo a cargo de los culturetas del gremio. Para su guion cinematográfico con los separatistas, a Pedro le es más útil esa tierna y hermosa historia del conductor de autobús charnego que luchó por llevar la línea de bus a un barrio marginal barcelonés donde las autoridades del verdadero tiempo oscuro destruían las casas construidas durante la noche si no estaban acabadas al alba.

A Pedro le va mal lo que cuenta ‘La infiltrada’ de aquellos tiempos también oscuros en los que una policía nacional formó parte del entorno abertzale de ETA y del comando Donosti hasta lograr su desmantelamiento. No le gustará a Pedro ‘La infiltrada’ ni aunque vaya a verla con Arnaldo Otegui, ese hombre de paz condenado por pertenencia a organización terrorista con el que ha pactado el sanchismo.

La productora de ‘La infiltrada’ no sólo homenajeó a las víctimas de ETA, sino que defendió la labor de la policía ante al terrorismo

Así que estaba a punto de cantar bingo el mundo del cine con ‘El 47’ cuando surgió del barullo final la otra premiada exequo como mejor película: ‘La infiltrada’. Y es ahí, tras una noche de mensajes políticos acordes con la presencia de Sánchez y medio Gobierno rodeando al infiltrado JuanMa Moreno, cuando la verdadera infiltrada hizo acto de presencia con un discurso que sacudió las conciencias de la ceja. Discurso hecho de sentimientos y verdades como el recuerdo y homenaje a las víctimas de ETA ante los olvidos recientes de su sacrificio y sufrimiento mientras Sánchez blanqueaba a Bildu como socio preferente.

La verdadera infiltrada resultó ser la productora ejecutiva de la película, María Luisa Gutiérrez, que irrumpió con palabras inesperadas de decencia en medio del habitual festival peliculero del que participó hasta el actor internacional premiado, Richard Gere, cargando contra “el matón Trump” al tiempo que renunciaba a su imagen de ‘oficial y caballero’ como una ‘pretty woman’ cualquiera. Menos mal que este actor sin óscar pero con Goya se ha casado con una gallega y vive en España, lo que iluminará la oscuridad de la que habla a nada que haga un repasito del guion de los 7 años de sanchismo.

La productora de ‘La infiltrada’ no sólo homenajeó a las víctimas de ETA, sino que defendió la labor de la policía frente al terrorismo, reivindicó la libertad de expresión y pidió que la memoria histórica incluya a la banda terrorista de asesinos. Dijo María Luisa Gutiérrez que “la memoria histórica también está para la memoria reciente de este país” o desmemoria en la que el poder gobernante invoca y resucita constantemente a Franco mientras se olvida de los crímenes recientes de ETA resueltos y sin resolver. Un país en el que el auge de la “extrema derecha” es la gran baza populista en España mientras que la “extrema izquierda” del Frankenstein festeja su moqueta de alfombra roja olvidando el pasado y presente sanguinario de ETA y de las dictaduras comunistas.

Cuando María Luisa Gutiérrez mencionó a su socio Santiago Segura, el director más taquillero con Torrente y sus recientes entregas de comedia familiar, los plomos de la Academia del cine se fundieron a negro como un crespón de culpa con el que la audiencia televisiva millonaria de la gala, que va al cine, se identificó plenamente como pusieron de manifiesto las redes. Algunos incluso tuvieron un recuerdo para la demonizada Karla Sofía Gascón, la actriz transexual elevada a los altares y bajada a los infiernos por la cultura woke impositiva que predomina en los tiempos “oscuros” de hoy. A Karla de Alcobendas la tratan como a otra infiltrada en el cine de lo políticamente correcto, que normalmente va de progre a la vez que desprecia cualquier disensión por mucho que se ejerza como libertad de expresión, de género o de pensamiento.

En este tiempo de engaños, mentiras y cintas o rollos de cine, van aflorando infiltradas a medida que avanzan las causas judiciales que darán para varias películas y ningún Goya en un futuro nada lejano. Jésica Rodríguez, por ejemplo, es la infiltrada entre Ábalos y Koldo en la versión oficial que niega la corrupción por la que están imputados. El juez Peinado se infiltró en La Moncloa cuando interrogó al mismísimo Pedro Sánchez en sede gubernamental. La UCO de la Guardia Civil actúa como infiltrada tanto en el caso Ábalos como el caso del Fiscal del borrado, por el que la carrera fiscal, también infiltrada en el régimen sanchista, pide la dimisión de García Ortiz. Conde Pumpido se comporta como infiltrado en el Constitucional cuando blanquea los ERE del socialismo andaluz y decide desdecirse y no inhibirse en la Ley de amnistía. Y la propia presidenta del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, la progresista Isabel Perelló, pasó a ser infiltrada cuando la votaron los infiltrados conservadores. Como se ve, ‘La infiltrada’ da para muchos guiones cinematográficos y políticos en el tiempo oscuro del trumpismo y del sanchismo.

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