Inviertan en armas

Publicado: 24 oct 2025 - 04:10

Opinión en La Región
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Las armas son el ingrediente de moda. Ahora pónganle el ambiente y tendremos la novela trágica en la que el mundo se desenvuelve.

Cuando Trump llegó a la Casa Blanca no podía dormir acosado por el ruido de los misiles y el llanto de los inocentes. Pidió el balance económico y le trajeron una cuenta que reflejaba cómo el portaviones chino le adelantaba por la izquierda. Perdía en la mar, en tierra y en el espacio. Subió al puente de mando y comprobó que sus soldados estaban enfrascados en los videojuegos y criptomonedas, mientras el buque navegaba a la deriva. Cambió hasta las alfombras del Pentágono. Allí no quedó nadie de épocas anteriores. Se acabó la guerra de imágenes. Departamento con nombre de futuro: Guerra. Vamos a la de verdad. Había leído a Balzac: “El éxito en la guerra depende de tener suficiente dinero”. Hagamos dinero para América: aranceles y limitaciones a la exportación. Los chips son nuestros.

Demasiadas guerras no son buenas. “Soy muy bueno resolviendo guerras; haciendo la paz”, dice Trump. Con la Fuerza. Guerra en Ucrania, guerra en Oriente Próximo, Pakistán contra India, Yemen, El Sahel, y así a la espera de que salte una chispa en cualquier otro lugar.

El Caribe se presenta a buen precio. Venezuela y más tarde Cuba están en la órbita del acuerdo.

¿Acuerdo? Puede que lo haya y no sepamos nada. Manda el dinero y Trump quiere dormir sin ruidos. Aunque sea a través de un túnel que enlace y una los secretos de un lado y del otro: Estados Unidos y Rusia unidos en Alaska.

Hasta ahora Trump, en solo diez meses, ha logrado un acuerdo de paz en Oriente Medio. ¿Duradero? Algo hay entre ellos que nosotros no sabemos. Si no fuese así no se hubiese firmado un acuerdo de paz, sino tregua, armisticio o alto el fuego. Acuerdo de paz involucra a muchos y a muchos intereses.

A todo esto en Europa hay una carrera desenfrenada por las armas. A los mandatarios les ha entrado el ardor guerrero, incluso al antiotan español.

No interesan los soldados que son mano de obra barata, sino las armas que son las caras y el futuro para cualquier inversión. La fuerza. Eso es todo. Paz a través de la fuerza. Siempre fue así.

En Oriente Medio ha habido una victoria militar de Estados Unidos apoyado por los países árabes. Con su beneplácito y a la espera de una rentabilidad de futuro. Todos. Se pongan como se pongan, digan lo que digan y, aunque a algunos les moleste, la paz se instalará tarde o temprano en la zona.

Vivimos la guerra a consecuencia de una mala diplomacia. El acuerdo de paz no ha sido fruto del arte de la diplomacia, sino de la guerra. El ataque a Doha marcó el principio del fin. Aquiles acababa con Héctor y desde las torres de Troya veían lo que se les podía echar encima. Por ahora todo es una relación de fuerza. Pero para tenerla el dinero manda. Todos quieren armas. No la guerra, pero sí armas. La industria de las armas es de alta rentabilidad. Invierten para tener más y ser más fuertes. No por bondad.

Clausewitz previene: “Se piensa que ya, ahora, entre los Gobiernos no serían necesarias las fuerzas físicas, sino solo sus relaciones, un acto racional, la guerra de los civilizados”. Termina con un aviso muy cercano: “En asuntos tan peligrosos como lo es la guerra, los errores que se dejan subsistir por benignidad son, precisamente los más perjudiciales».

No se pueden abandonar las armas.

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