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Jesús Prieto

Fe de Gracia

Publicado: 05 ago 2024 - 23:52

Las diez de la noche caen sobre París enterrándola en una oscuridad temprana. Cuatro mujeres de rojo radiante enardecen la pista de La Concorde. Vienen de ganar a las inventoras de un juego que, en esta versión digna de Rucker Park, no tienen rival. Pero Sandra Ygueravide, Vega Gimeno, Juana Camilión y Gracia Alonso de Armiño, no entienden de jerarquías.

El partido es igualado, como casi todos en este formato. Cerca de la bocina, el encuentro demencia y España dispone de la última bola. Gracia Alonso se juega un tiro forzado que pega en el hierro. El oro es el agua y el medallero español el aceite.

Pero si Gracia se juega el último tiro es porque sabe muy bien como hacerlo.

La ala-pívot vizcaína comienza en esto del basket en una posición muy diferente. Demasiado pequeña para competir, era la mascota del equipo de sus hermanas. En 2010 realiza un intercambio en Estados Unidos. Se inscribe en unas pruebas del equipo de su escuela y lo lleva al éxito. Firma un contrato con la Universidad Freed-Hardeman e inicia su carrera de enfermería.

Lo que iba para un año fue una década. Su regreso coincide con la explosión de la pandemia. Con todo el aplomo del mundo, cuelga las zapatillas para enfundarse la bata. Es su primera experiencia como sanitaria y se pone al frente de una de las mayores crisis que se recuerdan.

Supongo que esa responsabilidad es la que hace que a Gracia jamás le queme la bola.

Al poco, contesta afirmativamente a una llamada de la federación para una concentración de la selección 3x3. Es un nuevo reto para ella, pero se tira un triple que parece que entra.

En el preolímpico de Debrecen no se jugó un último tiro, sino dos. Con una plaza olímpica en el alambre volvió a encontrar el hierro. Sin tiempo y sin cautela corrió a por ese rebote. Lo capturó y lo convirtió con un tiro inverosímil de espaldas en lo que ya forma parte de la historia de los imposibles que se han hecho realidad.

Hoy todos sus últimos tiros valen una plata y una lección de vida. La de aceptar, con fe, todos los desafíos que propone el camino.

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