Opinión

El presidente Meloni

Nada más llegar al poder, la “posfascista” Giorgia Meloni tomó una decisión muy llamativa. Hizo saber a los medios de comunicación que deberán dirigirse y referirse a ella como “il Presidente del Consiglio dei Ministri”. Lo primero que debe aclararse es que en Italia, como en España, al primer ministro se le llama “presidente” (del Gobierno en el caso español, del Consejo de Ministros en el caso italiano). Hasta ahí, nada anormal. La señora Meloni debería ser tratada entonces, tanto en italiano como en español, como “Señora Presidenta” o incluso como “Señora Presidente” (la señora que preside) por parte de aquellos puristas que, contra el criterio de la RAE, no admitan aplicarle marca de género a “presidente”. Esto último, pase. Lo que no tiene un pase es articularlo en masculino, “el presidente”, para una mujer. Y sin embargo, esa ha sido la exigencia del nuevo Gobierno y así lo hace en su comunicación oficial, ostentando el artículo masculino como un desafío. En el momento de escribir estas líneas tengo abierta la web de la institución italiana, y leo cosas como: “El Presidente del Consejo de Ministros, Giorgia Meloni, ha participado esta mañana…” o, más interesante aún: “El Presidente Giorgia Meloni se ha reunido hoy con la Presidente del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, y con la Presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen”. El matiz de esta última noticia de la página gubernamental (hasta cuya URL ha llegado la locura: governo.it/it/il-presidente) es como para quedarse boquiabiertos: no sólo Giorgia Meloni debe ser llamada Presidente, terminado en “e” y antecediendo al cargo el artículo masculino “el” (“il”), sino que además eso no se extiende a las demás mujeres presidentas (o “presidentes”) de otras instituciones. Así, Metsola y Von der Leyen son “la Presidente”, pero Meloni es “el Presidente”.

Hace unos días hubo una reunión internacional de liberales en Madrid y vinieron diez italianos. Les pregunté a casi todos, pertenecientes a entidades y regiones diversas. Se mostraron muy críticos. No, no son matices raros del idioma italiano que se le escapan a un extranjero, me dijeron con vergüenza ajena. Me confirmaron que la extrañeza provocada por el marcado sesgo ideológico de esta decisión es enorme en la propia Italia. Alguien me explicó que el argumento gubernamental es el “cumplimiento de la Constitución”, ya que en la carta magna italiana se habla de este cargo en masculino, pero a renglón seguido me dijo que, por supuesto, se trata de una burda excusa, porque la doctrina constitucional y los tratados internacionales imposibilitan en cualquier caso una interpretación en la que Meloni no pudiera ejercer su cargo por ser mujer o por referirse a esa función sin torturar la lengua de Dante. Lo que esconde esta medida, que cada día considero menos anecdótica y de mayor calado, es un intento de ingeniería cultural mediante la manipulación lingüística, es decir, lo mismo de lo que la extrema derecha acusa (y con razón) a la extrema izquierda. Aquí en España, Rocío Monasterio se describe en su cuenta de Twitter como “arquitecto”, pese a que esa palabra (a diferencia de otras) obviamente sí lleva marca de género y la “o” no es ambivalente. Tan absurdo es hablar de “miembras” y “chiques” como que una mujer se diga “arquitecto” o un hombre “arquitecta”. Ni “arquitecto” ni “presidente” (tal como recoge la RAE) son palabras defectivas de marca de género, ni en español ni en italiano, ni requieren anteponer el artículo masculino al referirse a una mujer. Y para los despistados, no, no es un gesto de Meloni para congraciarse con la comunidad trans, a la que detesta. Estamos ante una ridícula batalla cultural entre extremistas y es razonable enfadarse con ambos y exigirles que dejen el idioma en paz, advirtiéndoles de que hablaremos como nos dé la gana. Eso sí, cabe también seguirles el juego y responder con riguroso respeto a los deseos de esta señora. Será divertido referirnos siempre a Giorgia Meloni como “el Presidente”, incluso en español, para contribuir a que resuene en todo su esplendor esta nueva imbecilidad del nacionalpopulismo.

Meloni es aquella histérica que, en un mitin de Vox, pidió imponer la “universalidad de la cruz”. Como sus colegas del partido español, o del polaco Ley y Justicia, quiere devolver a las mujeres a los roles tradicionales superados por la evolución del mundo occidental, de corte liberal, desde hace muchas décadas. Para ello, en los países donde manda esta gente, se organizan charlas en secundaria, sólo para chicas, donde se las alienta a no hacer carrera y convertirse en amas de casa. Para ello se hacen políticas hipernatalistas que buscan sacarlas del mercado de trabajo y confinarlas en el hogar a cambio de no pagar IRPF, costeándolo los demás contribuyentes. Cabalgan la contradicción de que algunas (pocas) de sus líderes, como Le Pen o Meloni, sean mujeres. Pero no pasa nada, se arregla con el artículo “el” y ya está. Ahora bien, cuando Meloni viaje a un país anglófono… ¿la llamarán “mister President” o “madam President”? Intrigante problema.

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