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Jesús Prieto

Kill your idols

Publicado: 01 jul 2024 - 00:35

La historia de enemistad íntima entre Lakers y Celtics nace del fango del racismo. Red Auerbach es una de sus figuras más polémicas, pero también un judío que en tiempos de segregación fue el primero en draftear a un negro, en alinear cinco negros titulares y en nombrar a un entrenador negro. Todos estos récords llevan el nombre de Bill y el apellido de Rusell, que en aquellos convulsos 60, se convirtió en el icono deportivo negro por excelencia.

A pesar de ello, los robos, pintadas, vejaciones y amenazas en la casa de Rusell eran una constante. Los de Massachussets no querían a los negros y se lo hacían saber. Más del 50% de los aficionados contestaron en una encuesta que en los Celtics había “demasiados negros”.

La némesis de Rusell era, precisamente el icono blanco del baloncesto. Jerry West devolvió el éxito a los Lakers en 1972, pero perdió seis finales contra Rusell. West aseguró por ello haber caído “en lo más bajo”. En 1969, el año de la última final perdida contra los Celtics, el publicista Alan Siegel creó una nueva marca para la NBA y se inspiró en la figura del perdedor blanco, en lugar de la del ganador negro. La fisionomía delgada, el pelo repeinado por detrás de las orejas, la caída de la cadera, los pantalones altos y la camiseta metida por dentro… El blanco aliñado quedaba grabado para siempre en el logo del mayor la mayor liga del mundo.

El icono de la liga femenina no cuenta con una modelo explícita. Se dice que es una celebración de todas las que alguna vez pertenecieron a la WNBA. Pero los aficionados, ávidos de referentes femeninos, centran sus teorías en torno a dos figuras blancas: Sue Bird y Diana Taurasi.

Bird es la máxima asistente de la historia de la liga. Taurasi la mayor anotadora. Bird tiene cuatro anillos con Seattle. Tuarasi, tres con Phoenix. Son las dos únicas que han superado los 500 partidos. Y juntas han conseguido el récord de cinco oros olímpicos en los cinco Juegos que han disputado.

Su rivalidad es una de las más grandes de la historia del baloncesto, pero ni la una ni la otra son tan conocidas como cualquiera de los nombres masculinos. West y Rusell se enfrentaron seis veces en las finales de la NBA; Bird y Taurasi, a pesar de jugar en la misma conferencia, se vieron las caras 46 veces.

La reciente muerte de West se suma a la de Rusell para dejar huérfana a aquella generación de iconos. Con más de 40 años, Bird y Taurasi -esta última todavía en activo- siguen escribiendo la historia del baloncesto femenino.

El logo de los hombres muertos está más vivo que nunca. El de las mujeres vivas, difumina sus historias para convertirlas en fantasmas.

Es lo de siempre. Revisar nuestros iconos es un ejercicio urgente. Kimberlé Crenshaw acuñó el concepto de interseccionalidad para explicar como “el género, la raza y otras categorías de diferenciación” se unen para formar una “multiplicidad de opresiones”. Las mujeres que juegan al baloncesto no pueden escoger entre ser mujeres o ser negras. Si lo hacen, una de sus identidades quedará relegada a un lugar sin discurso.

Los iconos de todos los colores son tan necesarios como los de todos los géneros.

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