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Jesús Prieto

King y Aryna: el reinado de la evidencia

Publicado: 15 sep 2024 - 03:45

A lo largo de la historia se ha incluido a los sexos en dos modelos de género que replican las prácticas sociales dominantes. Lo femenino ocupa el reducido espacio que deja lo masculino, vinculado directamente a la competitividad, la fuerza o el éxito. Algunas personas suscriben estos modelos de género tradicionales. Otras los desafían.

Se enfrentó al fundador del profesionalismo, Jack Kramer, y a sus ideas rancias

1973 fue testigo de varios puñetazos de una tenista, Billie Jean King, sobre la placa tectónica que divide los sexos. Todos sus golpes provocaron terremotos cuyas réplicas aún nos sacuden hoy, para, paradójicamente, estabilizar el terreno sobre el que juegan mujeres y hombres.

Se enfrentó al fundador del profesionalismo, Jack Kramer, y a sus ideas rancias: “el público se levanta, va a buscar un perrito caliente o va al baño cuando las mujeres entran a la cancha”. El anuncio de torneos que les pagaban ocho veces menos a ellas la espoleó a crear, junto a otras ocho mujeres, el primer circuito femenino que, tres años más tarde, desembocó en la WTA.

Se enfrentó a un ganador de dos Grand Slams, Bobby Riggs, que desafiaba, con 50 años, a cualquier mujer que pudiese ganarle. Su machismo superaba al de Kramer: “quiero probar que las mujeres son malas. Apestan y no pertenecen a la misma cancha que los hombres”. King arrolló a Riggs en tres sets. Cerca de cien millones de personas vieron como el partido denominado ‘La batalla de los sexos’, lo ganaba una mujer.

Se enfrentó al mayor torneo norteamericano, el US Open, al que amenazó con un boicot si no se igualaban los premios. El torneo neoyorquino cerró su brecha de género en un ejemplo que han seguido buena parte de todos los torneos del mundo.

Los golpes de King demostraron que las mujeres podían ser tan competitivas y tener tanto éxito como los hombres, dos de los atributos más reconocidos de la dimensión instrumental masculina que impera en esa división arcaica de los sexos. Pero quedaba la fuerza.

Si las mujeres han subido su nivel en los últimos años es porque hemos dejado de dar por supuestas auténticas barbaridades que las constreñían

Medio siglo después de los raquetazos que King le endosaba al machismo, otra reina como Aryna Sabalenka lo continúa fundiendo a pelotazos. Concretamente a 129 km/h. Ese es el promedio de la derecha con la que la bielorrusa ha ganado el US Open en el que King comenzó a construir la igualdad. Un registro que supera al de los tres principales cabezas de serie masculinos -los 122 de Djokovic, los 126 de Sinner y los 127 de Alcaraz-. Por si esto fuera poco, la audiencia de la final femenina superó de largo a la masculina, un fenómeno que se repite a lo largo de los últimos años y que desmonta otro dardo que se arroja constantemente contra los éxitos femeninos.

Desmitificar los modelos obsoletos nunca fue tan urgente. Es patético ver como el heteropatriarcado se aferra a una supuesta superioridad masculina con argumentos que son puestos en evidencia una y otra vez por la experiencia, factor mucho más importante que la testosterona en la configuración individual. Si las mujeres han subido su nivel en los últimos años es porque hemos dejado de dar por supuestas auténticas barbaridades que las constreñían.

Y lo mejor está por llegar.

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