El levantamiento del toldo

Publicado: 21 ago 2025 - 03:05

Opinión en La Región
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Por salud mental, les voy ofrecer el relato de una situación más distendida, respecto de la que estamos -mejor decir están- a sufrir, desesperadamente dramática, nuestros vecinos, amigos y conocidos, por mor de los incendios. Ya se ha escrito y dicho ríos de tinta sobre la plaga, desastre, o cómo se le quiera denominar, emergencia nacional incendiaria. Y lo que te rondaré, morena. No voy a ser yo el que se metamorfosee en experto en la materia, que para ello hay muchos y de toda condición. Aunque para ponerme de mala baba me llegó ese titular, de La Región, que responde fidedignamente a lo sucedido con la visita de Sánchez Pérez-Castejón a Ourense, ¡diez días después! de iniciada la trama incendiaria: “Rueda pide medios y Sánchez ofrece un pacto por el clima”. ¡Insufrible!, que me hace exclamar muy altisonante “a pínchalo gato pinta carneiro…”. Mi solidaridad con todos los que sufren, o ya han sufrido, los perniciosos efectos colaterales de esta situación caótica. Ahora vendrá la restitución de esos efectos ocasionados, al que todas las administraciones tienen que dar respuestas inmediatas; si así no sucediera es que estamos expulsando, a la poca gente que está asentada en el rural, de su hábitat. Si esperamos por el “pacto” de Sánchez apañados vamos.

Real como la vida misma, una expulsión al uso, lo sucedo a Neme y dos amiguetes más, cuando acudieron a tomar una consumición de tres cafés a un establecimiento de una zona costera de Galicia. Sentados en la terraza de una mesa, ya habiendo consumido los cafés y en plena charla… un camarero, o persona encargada del local, comienza súbitamente a levantar el toldo -sin preguntar nada-, que ofrecía sombra a los tres tertulianos del café; ante esta situación, uno de ellos con el asentimiento de los otros dos, reclama contra la medida del levantamiento del toldo con un “así danos o sol”, recibiendo de respuesta: “pero se vostedes veñen a costa para tomar o sol”. Por supuesto que los tres se levantaron, se fueron, murmurando un“vaya manera más política de echarnos”, a lo que uno de los tres susurró un “quizás nos entretuvimos demasiado hablando tras el café.

Lo cierto es que el verano, creado para el descanso físico y mental de los humanos, está siendo pasto una vez más de las llamas con las consiguientes polémicas y, cuando esto escribo, ya veo convocadas también protestas

Que año tras año, desde que uno tiene uso de razón, el fuego devore el rural, significa una desgracia de convivencia del humano con el medio, que de tanto sufrirla hasta la estamos tomando banalizando o tratado de inevitable. Nos echamos la culpa los unos a los otros cada vez que el fuego nos pone en apuros. Discrepancias, acusaciones mutuas, con el “y tú más”, es una constante. ¿A resultas?: La gente asentada en el rural, que se ha quedado por convicción o porque no ha encontrado la oportunidad de migrar a la ciudad, observa impertérrita como año tras año, unas veces con más ferocidad que otras, se ve relegada de su elegida tranquilidad, cuando su objetivo es… ¡vivir en el rural! Y que no le arranquen sus moradas, como le levantaron el toldo a los tres cafeteros, invitándoles a irse. Y la gente, generalmente la más joven, que voluntariamente desea asentarse en el rural, iniciando o rehaciendo su vida laboral, observa las dificultades, pues de la noche a la mañana el fuego le puede llevar por delante lo conseguido, tras vencer una burocracia nada fácil. Como ha dicho en esta misma sección el profesor Vázquez Barquero “estamos corriendo el riesgo de adentrarse en círculos viciosos que, en vez de propiciar una regeneración sistémica, nos lleve de cabeza a la perdición”.

Lo cierto es que el verano, creado para el descanso físico y mental de los humanos, está siendo pasto una vez más de las llamas con las consiguientes polémicas y, cuando esto escribo, ya veo convocadas también protestas. Hace un año nos hacíamos eco de la polémica con los “fodechinchos”, donde todo español más allá del Padornelo se le denominaba así, por el hecho de buscar ocio, sol, gastronomía; ahora también a los propios gallegos que se desplazan al litoral, si están demasiado tiempo sentados con poco consumo en terraza, se les castiga y echa mediante insolación, con “levantamiento del toldo”. Ni el “fodechincho” ni el “levantamiento del toldo” van ir más allá de la anécdota. Por el contrario la trama incendiaria, plaga histórica del verano, anestesiada en invierno, ha abierto una brecha entre Gobierno Central y los Autonómicos, donde el rural, ya de por sí siempre olvidado, ya no sólo se relega sino que es devastado. “Levantamiento del toldo” al Presidente que llegó tarde, no pisó terreno quemado, ajeno al debate internacional con los demás líderes, ni acude a despedir a un ex Presidente autonómico de su formación. Y ofrece un pacto como el del 2022 en plena crisis incendiaria.

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