Jenaro Castro
TRAZADO HORIZONTAL
Abono único del embuste
Recordamos la Transición como unos de los periodos más esperanzadores de la historia de España. Afrontábamos el futuro incierto con fuerza y valor para asumir entre todos un periodo ejemplar y apasionante. Así fue durante años, pero alguien sabía que el final sería una vuelta atrás porque había quien no estaba dispuesto a que España fuese una nación próspera, rica y mucho menos unida. Lo sabía y lo dijo: “A España no la conocerá ni la madre que la parió”. Cierto. Sabiduría y profética visión de lo que venía detrás.
Lo malo es que ya no hay profetas y a cambio resurgen los arquitectos de la maldad que diseñan una torre de Babel o algo así como la de Pisa, arquitecturas inentendibles y en equilibrio inestable.
Entender es lo de menos porque en España en eso vamos tirando con el uno a uno, porque no hay mejor recomendación que la tibia razón de no meterse en líos. En grupo todo cambia y en ese cerrado diseño hasta los cobardes, que son mayoría, son capaces de transfigurarse en el líder. Cada uno nos creemos mucho más de lo que somos, y así nos va con esa autovaloración que se desvanece fuera del grupo. Cuando agarramos el Poder que domina a flojos y tibios ni siquiera el Judicial lo controla, nadie puede con el Poder Ejecutivo cuando este usa la trampa y el premio para sustentarse. La oposición tampoco; solo espera su turno. Hay tantos premiados por la lealtad al Jefe que ya es difícil encontrar hueco para el próximo. No hay palacios suficientes, ni portavoces, ni hermanos o parientes, no hay suficientes trenes ni correos ni líneas aéreas. Quizás en las armas haya hueco.
Inestable equilibrio en una España fraccionada donde las negociaciones son traiciones, donde se hace con trampa la carretera, el tren, el puente o que pongan en tu pueblo la próxima fábrica de armas. Amiguismo de partido. Si necesitan ayuda que la pidan. El Estado soy yo.
Cada día nos vamos acostumbrando a una España que va dejando de serlo y que ya no la conoce ni la madre que la parió
Defender a España en su unidad, la integridad territorial, incluso la soberanía, es muy retro, también llamado facha. ¿Quién lo hace? ¿Quién lo hará? En la Constitución está muy claro. Las Fuerzas Armadas no están para jugar a drones ni provocar a los misiles. Esto de la Defensa se complica cada día más y el sentido de nación es un duelo. De espadachines. El 12 de octubre es el Día de la Fiesta Nacional de España. ¿Por qué ese día desfilan las Fuerzas Armadas? Se hace en todas las naciones soberanas como muestra de su unidad, soberanía y, sí, también de su poder y disposición a defender su unidad e independencia. Lo malo es cuando solo queda eso y la diplomacia, las universidades, la escuela, todas y cada una de las instituciones tanto las del Estado como las más diminutas ni se acuerdan de ello. No existe unidad nacional. ¿De qué fiesta hablamos?
Porque cada día nos vamos a costumbrando a una España que va dejando de serlo y que ya no la conoce ni la madre que la parió. Bien lo sabían.
Entramos en una nueva transición sin saber en qué consistirá la transformación. Nada bueno.
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