Opinión

El fiel de la balanza

La constitución de una comisión técnica para el tratamiento de situaciones de cierta relevancia nunca ha sido una opción que suscitara muchos adeptos. Se dice con frecuencia que si quieres que algo no progrese forma una comisión y conseguirás que el tema se estanque definitivamente. Esta situación que suscita indefectiblemente mala prensa y una respuesta despectiva por parte de la opinión pública, inspira respuestas populares aún peores cuando el asunto que requiere tratamiento está entreverado de matizaciones políticas. Se trata por tanto de un supuesto cuyo ejemplo se está produciendo en estos momentos de tensión e incertidumbre por efecto de la epidemia del COVID-19. Y ese marco definido por la elección de un comité para articular aspectos importantes del combate contra la epidemia no solo se ha propuesto en el ámbito nacional sino que se está imponiendo también en escalas inferiores. La mayor parte de las comunidades autónomas y los ayuntamientos –entre ellos el de Vigo- han constituido una de estas comisiones para estudiar el tratamiento de cada una de sus responsabilidades territoriales en esta terrible pandemia que nos asola. La más llamativa es la que ha elegido el Gobierno de la nación para definir los caminos a seguir en el proceso de desescalada y de cuyos integrantes hemos sabido por los periódicos. No es la única.

Hay en estas constituciones discrecionales que no necesitan ser sometidas a control parlamentario y que se basan en el juicio y capacidad de elección del que más manda –en este caso el presidente del Gobierno con ayuda de su círculo más allegado- una tentación a nombrar a los suyos a la que es muy difícil sustraerse. Parece razonable que en una cuestión en la que uno se juega la práctica totalidad de su prestigio procure asegurare la cuestión protegiéndose con aquellos en los que tiene confianza. Pero no siempre es bueno y, sobre todo, esa sensación monocolor y claramente identificada con la ideología gubernamental suscita suspicacias que derivan irremediablemente en la controversia. La que ha elegido Pedro Sánchez, -como otras muchas otras comisiones de cuya composición sabemos- está irremediablemente vencida hacia el lado del que escoge, al que el deseo de conformar un equipo amigo con el que sentirse arropado y confortable puede paliar la emisión de juicios sinceros. Esto es como una balanza y lo ideal es lograr que el fiel esté en el punto medio. No es lo que abunda pero sí es lo deseable.

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