Opinión

Don Ramón y La Región

Don Ramón Otero Pedrayo no iba casi nunca por la Redacción de La Región, a diferencia de don Vicente Risco, quien durante años escribía allí sus artículos diarios y de paso convivía con los redactores y con los visitantes asiduos, como era costumbre en las viejas redacciones de los periódicos. Don Ramón escribía sus artículos a mano, en casa, y lo mandaba por la chica de servicio. Los dos tenían una letra menudísima. La de don Vicente era fácilmente legible, la de don Ramón solo podía “traducirla” el redactor Servando Ellacuriaga, y con mucho esfuerzo. Desconozco quien cumplía el papel de Servando antes de los años sesenta. 

Acosado por problemas económicos, en los primeros años de la posguerra don Vicente publicaba todos los días una colaboración dividida en pequeños textos y no tenía problema en tratar temas de actualidad, sobre todo internacionales, incluida la Segunda Guerra Mundial. Por el contrario don Ramón elige los temas locales y siempre del pasado, de su niñez, su juventud y aún más allá. Desconozco si don Ramón cobraba por sus colaboraciones. Don Vicente firmaba a veces con su nombre o, simplemente, no firmaba, pero su estilo y, sobre todo, su puntuación, eran inconfundibles. Los artículos de don Ramón eran largos y a veces costosos de leer. A ambos se les escapaba con frecuencia el sentido del humor. Un humor sutil, sencillo.

Ambos eran sumamente acogedores con cualquiera que se les acercara y nunca dijeron que no a cualquier tipo de colaboración que se le pidiera desde La Región, donde ambos mantenían relaciones muy cordiales con los hermanos Outeiriño, propietarios y directores del periódico. Don Ramón recibía en su casa de la calle de la Paz y en su Pazo de Trasalba, no frecuentaba los cafés ni los lugares públicos. Don Vicente también recibía en su casa –yo tuve la suerte de tenerlo como público en las obras de teatro que representábamos las amigas de su hija Cruz en la galería de su casa- pero le gustaba reunirse con amigos y artistas en los cafés o paseando.

Los dos estaban implicados en la vida cultural de la ciudad y nunca decían que no a participar en juegos florales, hacer de jurado en la fiesta de los Mayos, o preparar un pregón para el Corpus. Cuando se cierra el Teatro Principal bajo amenaza de derribo, don Ramón no duda en ponerse al frente de los partidarios de su conservación. En una entrevista que le hago en La Región, es tajante al afirmar que “el Principal es para Orense tan importante como una iglesia románica”. Esa declaración suya fue definitiva para que el Principal y lo que significa como memoria de la ciudad no fuera destruido. 

 En la entrevista, titulada “Conversaciones con un fantasma del siglo XIX”, publicada en La Región en 1988, don Ramón contaba que Castelao lo consideraba el hombre que había escrito más artículos en el mundo, que publicaba en periódicos importantes o totalmente desconocidos, y sospechaba que muchos de ellos se habían perdido. En esa misma entrevista, cuando le pregunto cómo vivió él la transformación política que vivió don Vicente su respuesta fue la de un buen amigo y un gran hombre: “Esa é unha cousa que a min me fai sufrir moito. Xa era vello, estaba débil. Tiña medo pola familia. Pero para nos seguiu sendo o mismo. El fuxía falar desas cousas. Seguimos tratándonos profundamente, pero sen falar deso”. 

En 1942 don Ramón comienza a publicar una sección titulada “Del Orense antiguo”. Lo publica durante unos días y pronto deja de hacerlo para retomarlo en 1958 hasta 1964, aunque posteriormente continuaran sus colaboraciones hasta que la enfermedad se lo impidió. Los textos “Del Orense antiguo” cuentan costumbres del pasado, pero sobre todo don Ramón se recrea en personajes locales de lo más variado, desde loquitos hasta científicos y vecinos raritos. Son algo más de 300 artículos conteniendo interesantes datos sobre la vida local. Estos títulos nos dan una idea de por donde van: “La noche orensana”, “Unamuno en Orense”, “El primer trista”, “El jardin de la marquesa”, “Los vinos del Ribeiro y la navegación del Miño”, temas más que suficientes para que la Fundación Otero Pedrayo -creo yo- sopese la posibilidad de su publicación en un libro.

Cuando me puse a escribir este texto para este acto, no pude evitar la tentación de incluir en el mismo a don Vicente Risco, por tratarse de dos de los mas interesantes y queridos colaboradores de La Región. Supongo que lo entenderán.

(Texto leído en la mesa redonda sobre don Ramón Otero Pedrayo celebrada el viernes, 28 de abril de 2017, en el Liceo.)

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