Medallistas de un régimen que agoniza

DEAMBULANDO

Publicado: 06 nov 2025 - 00:10

Opinión en La Región
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Vista con la perspectiva de hoy resulta patética esa noticia de hace cincuenta años, salida en este mismo diario, cuando agonizaba el dictador a una veintena de días de su óbito; patética porque ya, en los estertores del Régimen, se reúnen unos señores en la casa Sindical en esta ciudad y acuerdan repartir medallas a diestro y siniestro entre ellas la orden de Cisneros, la de Alfonso X el Sabio, la imperial del Yugo y Las Flechas; las repartía el entonces gobernador Civil que llevaba aparejado el subtítulo de Jefe Provincial del Movimiento, y, los beneficiarios condecorados, alguno medalla de oro; de plata, los más. Vista la ceremonia con la perspectiva de hoy, de un patetismo sublimador esas adhesiones al Movimiento de quien como jefe provincial repartía cargos a diestro y siniestro nombrando alcaldes, concejales, presidentes de diputaciones; eran como virreyes de la provincia estos gobernadores civiles, procedentes casi todos del estamento militar en los primeros años del Régimen. Si no fuese que tienen nombres y apellidos los merecedores de tales medallas habría que titularlos de autoinmoladores de un sistema que agonizaba con un Caudillo a punto de morir en la cama de un hospital en loor de multitudes cuando debería ser en olor, por lo mucho que su cuerpo supuraba, que aunque forma incorrecta, cuadra demasiado bien porque se pudría en un hospital víctima de unos carniceros, esos médicos que se sumaban diariamente a la nómina de los que lo atendían, que quisieron hacerlo inmortal por órdenes expresas del yernísimo, el mismísimo marqués de Villaverde, no fuera que con la muerte del suegro todas esas representaciones que tantos réditos dejaban, se fueran al garete o dejasen en la miseria a unos familiares a los que la Transición permitió títulos y millonarias herencias, que aun hoy disfrutan sin dar palo al agua.

Continuando con el relato, se cerraba el antes mentado acto de entrega de tanto devaluado medallón cantando el himno falangista del Cara al Sol, brazo derecho tendido con palma abierta al modo nazi y fascista lanzando la primera autoridad provincial los gritos de rigor con vivas a Franco, arribas a España, y aquello imperial de España Una, España Grande y España Libre, o ¡Franco, Franco, Franco!, al que se podría añadir: señor, dios de los ejércitos… tanta era la adulación de esas cohorte de herederos que copaban todos los puestos políticos y económicos, que a su vez legaban a su prole. Desgañitados, pudieron conservar sus prebendas, o acaso por eso.

Ese parece ser el país que quieren para si un alto porcentaje de jóvenes, desconocedores de lo que fue una dictadura a la que echa un cable, para colmo, el emérito Borbón en su última entrevista como reconocido que debe ser a quien como sucesor le nombró, rey no refrendado por voto popular alguno, como también su sucesor que al menos tuvo la dignidad de rechazar dineros sucesorios de cantidades recibidas a comisión de su padre camufladas en paraísos fiscales. Debería también renunciar a la heredada corona nunca refrendada, pero, previsor, familiariza a su hija con un cursillo cada año en los tres ejércitos.

Estas medallas fueron el coletazo final a un régimen de fantoches aderezados de blancas guerreras, camisas azules, lustrosas botas de montar, boina roja; esos ropajes que sirven en las dictaduras para impresionar a las masas como también las grandes obras, mausoleos o estatuas. Un Sic transit gloria mundi sería lo más apropiado para esa parafernalia. Hoy muchas dictaduras se visten de traje y corbata, a poco de dar el golpe de estado, para disfrazar sus totalitarios hábitos, como muchos militarotes alzados en armas que cuando consolidan su poder pretenden hacernos creer que ellos más civiles y demócratas que nadie…pensando que se blanquean embutidos en sus grisáceos trajes y corbatas. Lo hizo Franco, lo hizo Pinochet, los del triunvirato argentino de Videlas, Masseras y Violas, y todos los que de ajenas vestiduras gala hacen como tiranuelos de repúblicas bananeras, o de las más exóticas de África.

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