Moldavia en un mundo sin GPS

Publicado: 24 oct 2024 - 10:45

Moldavia, oficialmente la República de Moldavia, es un país ubicado en Europa Oriental situado entre Rumania y Ucrania. Tiene una superficie de 33 851 km2 (poco más que Galicia) y su capital, Chisináu, está situada en el centro del país. Es un país sin litoral, aunque el extremo sureste de su territorio se encuentra a solo 40 km del mar Negro. Sus ríos más importante, el ínclito Dniéster, devino conocido para el público occidental tras la invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa. La cartografía moldava está rodeada hoy de la tensión de la guerra.

Moldavia, que fue durante décadas parte de la Unión Soviética, fue a las urnas este domingo. Y el resultado señala una fractura de la que nadie, a uno y a otro lado del Dniester -Unión Europea y Rusia- parece querer tomar nota.

Más allá de la victoria de Maia Sandu, Presidenta de la República y candidata a la reelección abiertamente pro integración, el resultado del referéndum constitucional que debía medir el apoyo popular a la entrada de Moldavia en la UE ha acabado prácticamente en tablas.

El 50,39% de la ciudadanía moldava votó a favor de una modificación constitucional que acerca a Moldavia a la UE. Un resultado que traslada una evidente fractura social en un pais, la pequeña Moldavia, que lleva demasiado sufriendo por ser bisagra histórica y eje de tensión del tablero geopolítico en el que nos movemos.

Un territorio que ya expresa de por sí los surcos de la historia: un pais que durante exactamente 50 años fue parte de la Unión Soviética, que estuvo bajo Imperio Otomano y que conserva una minoría de lengua túrquica en un territorio con autonomía política, Gagauzia. Una mayoría de población, de lengua con raíz latina casi idéntica y homologable al rumano. Y un extremo de territorio al norte, Transnistria, de mayoría lingüística y cultural rusa que posee un gobierno autónomo y del que depende, en gran medida, la energía del pais.

Y en un contexto social como el descrito y una coyuntura como la actual uno se pregunta, ¿no somos capaces de diseñar un sistema de relación entre el oriente y el occidente de Europa que no continúe agrandando brechas en Moldavia y en nuestro continente?

En plena guerra fría, en 1975, se firmó en Helsinki el texto que dio nacimiento a una organización fundamental para la paz en la Europa del deshielo entre bloques de la que poco se habla últimamente, la OSCE. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa ejerció de mediación y foro de debate multilateral clave entre ambos bloques. Hoy en día la OSCE está conformada por 57 estados: todos los países de Europa (incluidos la Federación Rusa y todos los estados de la Unión Europea) más los de Asia Central, Mongolia y dos países de América del Norte (Canadá y Estados Unidos). ¿No sería tiempo de imaginar y trabajar realmente por un contexto que no aboque a los Moldavos a la fractura, a la Unión Europea a un papel cada vez más irrelevante y a la expansión de regímenes autoritarios y ultranacionalistas como lo es el de Putin en Rusia?

¿No somos capaces de diseñar un sistema de relación entre el Oriente y el Occidente de Europa que no continúe agrandando brechas en Moldavia y en nuestro continente?

Ignorar los problemas que existen sobre el mapa no es nunca una solución, menos todavía en geopolítica. Sobre todo en una semana en la que la reunión de los BRICS en Kazán, Rusia, nos recuerda que son el 45,5% de la población mundial, el 43,34% de la producción mundial de petróleo, el 35,85% del PIB mundial.

La isla Moneron es una pequeña isla situada en aguas del mar de Japón. Reclamada por el país del sol naciente, pertenece administrativamente al óblast de Sajalín de la Federación Rusa donde un 31 de agosto de 1983 sucedió un trágico y poco recordado episodio que tiene mucho que ver con ignorar la geopolítica.

Eran tiempos en los que el GPS (diseñado por el ejército estadounidense) estaba prohibido para uso civil. Y el vuelo de pasajeros KAL 007 de Korean Air, que había salido de Nueva York rumbo a Seúl (Corea del Sur) ignoró, por un error cartográfico, que atravesaba territorio soviético. Aviones militares lo interceptaron y la historia cuenta que el piloto no entendió la dimensión de los avisos de los rusos, que optaron por derribarlo.

Murieron terriblemente 269 seres humanos. A partir de ahí, Reagan, presidente norteamericano autorizó el empleo de la tecnología GPS en usos civiles. Hoy además del sistema GPS, norteamericano, existe el sistema europeo -Galileo- el ruso, el chino y el indio. Otra metáfora de la geopolítica de época. Pero esa, la de los Sistemas de Posicionamiento Global, es otra historia.

La ampliación de la Unión Europea a los Balcanes, el Cáucaso y Europa oriental tiene nobles propósitos, pero también está basada en enormes y la mayor parte de las veces no claros intereses. Y desgraciadamente para los europeos de un lado y otro del río Dniester entre estos objetivos, para muchos poderes, no está la paz y la seguridad en Europa.

Aleksandr Pushkin, maravilloso y herético escritor, descendiente por vía paterna de rusos, por parte materna de etíopes capturados por esclavistas otomanos, apadrinado primero por Pedro el Grande y que tras escribir la “Oda a la libertad” acabó desterrado en Chisinau estaría contento de saber que volvemos a imaginar una Europa mestiza, como él y en paz.

Contenido patrocinado

stats