El mundo al revés

CRÓNICAS DESDE LA RIBEIRA SACRA

Publicado: 25 jun 2025 - 01:10

El mundo al revés
El mundo al revés | José Paz

La historia de Occidente, ya desde los clásicos, definió su presente histórico y social con arraigados tópicos o con frases recurrentes. Sintetizan el desánimo ante situaciones adversas, absurdas y hasta críticas. Se alteran las conductas y se exacerban las opiniones opuestas alterando la coherencia gramatical de la dicción. La ironía, la hipérbole, la elipsis asumen lo callado como dicho: “¡Y tú más!”. El “tú” es el adversario político: el “más”, una hiperbólica retahíla de casos de corrupción que se repiten cíclicamente. Ambos lados asumen una dialéctica pueril: acusar, contradecir, reafirmar, repetir. Y se incide en realidades a base de conjeturas que rayan con la difamación, el resentimiento y el odio. El cine mudo de Charles Chaplin es un buen ejemplo de provocar asombro, risa y perplejidad ante el disparate. Representaciones invertidas de la realidad. Un mundo tocado de locura y disparates. Las fiestas del Carnaval son un buen ejemplo de las continuas inversiones paródicas. El tópico de referencia, el mundo al revés (Upside-down), señalado por la crítica anglosajona, obedece también a una extraña visión del mundo (Weltanschaung), que responde a una conciencia humana o a una concepción sobre concepción lo que nos rodea. Lo mostrenco se asocia con lo artístico; lo bello con lo extravagante: “le monde à l’envers”, o “il mondo a la rovescia” que fijan la lengua francesa e italiana.

Todo el mundo está trocado,/ solo reina el recibir/ ya nos venden el vivir/ y vivimos de prestado

A caballo entre literatura y folclore, el mundo al revés infieren fragantes degradaciones éticas y morales: sobornos, tráfico de influencias, revelación de secretos, endogamia, nepotismo (coimas, mordidas) y mercantilismo sexual. Remedan las figuras esperpénticas de Valle-Inclán y no menos las grotescas pinturas negras de Goya: “Un viejo y un fraile”, un “Duelo a garrotazos”. Ya en el Siglo de Oro, Francisco de Quevedo, en algunas de sus famosas letrillas, alude al mundo al revés: “Todo se ha trocado ya;/ todo al revés está vuelto:/ las mujeres son soldados,/ y los hombres son doncellos”. Y digna de destacar la breve letrilla atribuida a don Luis de Góngora: “Todo el mundo está trocado,/ solo reina el recibir/ ya nos venden el vivir/ y vivimos de prestado”. En ambos casos, y en entredicho, el desgobierno de la España del Siglo XVII, con el conde-duque de Olivares a la cabeza y el enjuiciamiento y horca en la Plaza Mayor de Madrid de varios miembros de la nobleza. Uno de ellos, Rodrigo Calderón, Marqués de Siete Iglesias, ajusticiado en 1621. Una vez más, la España endeudada: inflación, devaluación de la moneda, deudas a pagar a los banqueros de Génova con el oro y la plata llegada de Potosí. Por ejemplo.

La farsa política, el desvío de caudales, la apropiación de dinero publico, las comisiones ilegales, son males sociales que pervierten a la clase política, sea conservadora o progresista O feminista. La descripción de oscuros tejemanejes, verbalizados en numerosos audios, se definen a modo de “anécdota”. A la cabeza el “Puto Amo” defendiéndose como tímido Quijote ante imaginados molinos de viento: bulos, mentiras, insultos, fango, cloacas, y un nuevo apodo con aires británicos: don Telfon. Denota su habilidad en evadir responsabilidades o vergüenzas propias (blame). Se impone autocracia, silencio y una densa cortina de humo con una ley, a última hora, prohibiendo la prostitución para acallar la decepción popular, con siete años previos para proponerla.

La variedad de puestas en escenas, propias de un vodevil, comedia frívola, picante, cargada de ambigüedades cuyos protagonistas embadurnan sus caras, -a modo de máscaras-, para mostrar sentimiento de culpa, pena, decepción, soledad. O carcajada. Y como en el Gran teatro del mundo, de Calderón, los actores se levantan y se sientan; se leen el guión previamente memorizado. El relato se repite una vez más; los papeles ahora en forma de audios. La audiencia vive el suspense inquietante del protagonista de la tragicomedia y el de sus secuaces. Pero la gran mascarada aún está incompleta. En mente el gran dicho de William Shekespeare: “el mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres son actores”. “EL mundo al revés” nos lleva a una realidad donde la razón y la lógica quedan onnivilados por la pasión, la deslaltad y el “sálvese quien pueda”: un desconcierto terriblemente bien concertado.

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