Chito Rivas
RECUNCHO HEBDOMADARIO
Os arquivos do terror
RECORTES
La razón más contundente para advertir que un político está en apuros en esta España de cuyo espíritu democrático dudan cada vez más los observadores europeos, es el empecinamiento de los que ostentan el poder para reconocer sus errores y admitir las malas decisiones adoptadas en su propio seno. El lamentable comportamiento de una buena parte de los ministros de Pedro Sánchez –incluyéndose él mismo- cuando ha tocado enfrentarse a los desmanes perpetrados por sus compañeros y que han discurrido entre la negación cerrada de realidades atribuyendo su presencia a la famosa máquina para fabricar lodo, a la asunción de situaciones a medias que ha ido avanzando a medida que las evidencias hacían imposible seguir defendiendo. Esta filosofía cerril del medieval “sostenella y no enmendalla” que ha caracterizado al gobierno de Sánchez en estos últimos y atribulados tiempos ha ido claudicando poco a poco a medida que caían las pruebas pero nunca se ha aceptado abierta y lealmente hasta que se produzca la traca final en la que se lanzará la angustiosa proclama del sálvese quien pueda.
Quien por el momento encarna el último episodio de esta modalidad de negarlo todo venga de donde venga la ha protagonizado la ministra Diana Morant.
Quien por el momento encarna el último episodio de esta modalidad de negarlo todo venga de donde venga la ha protagonizado la ministra Diana Morant, bastión del sanchismo en Levante, titular de Universidades y posible aspirante a la Generalitat valenciana en las próximas elecciones autonómicas. Morant es, o al menos así lo parece, la máxima responsable en el área de gobierno que ha de intervenir en el desagradable asunto de José María Ángel, el delegado gubernamental para la comisión de la Dana del que ahora se sabe que falsificó su currículo atribuyéndose titulaciones inexistentes para obtener una mayor calificación de méritos que le permitiera acceder a rangos administrativos superiores a los que le correspondían.
La ministra ha optado por recobrar el sistema de negar la mayor y atribuir los resultados de la situación a sus rivales políticos, una táctica que para unos y para otros cada vez cuela menos. Por otra parte, hechos posteriores acreditan que esa contagiosa estrategia no resuelve y la situación por la que atraviesan Santos Cerdán, Ábalos o David Sánchez advierten de que vale más apechar con la acepción de los hechos que desentenderse de ellos. Morant debería tenerlo en cuenta.
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