De nucleares no, gracias, a ya veremos

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La crisis energética global, el auge de la inteligencia artificial y la búsqueda de autonomía han devuelto al átomo al centro del debate. Por si fuese poco, emerge Oklo, que sube como la espuma.

Publicado: 02 nov 2025 - 03:10

De nucleares no, gracias, a ya veremos
De nucleares no, gracias, a ya veremos | La Región

Durante décadas, la energía nuclear vivió una lenta retirada del escenario global, empujada por el miedo –¿Nucleares? No, gracias–, los costes y la promesa de un mundo alimentado por el viento y el sol. Sin embargo, la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania, la electrificación acelerada de la economía y el apetito voraz de la inteligencia artificial por electricidad han devuelto al átomo a la conversación política. De repente, la energía que muchos daban por amortizada vuelve a presentarse como garante de estabilidad, soberanía y bajas emisiones.

Hoy existen en el mundo 407 reactores en funcionamiento, 64 en construcción y 33 en proceso de cierre. Asia lidera la nueva ola con China e India al frente, mientras EEUU busca prolongar la vida de su parque envejecido. Donald Trump ha prometido multiplicar por cuatro la capacidad nuclear del país relajando la regulación ambiental y acelerando las licencias. En Europa, Italia, Polonia o Suecia reabren un debate que parecía enterrado, alentados por la necesidad de reducir su dependencia del gas y por la inclusión de la energía nuclear en la taxonomía verde de la UE.

Bruselas calcula que mantener y ampliar la capacidad atómica europea exigirá más de 240.000 millones de euros de inversión hasta 2050. Francia, con su histórica red de reactores, quiere construir catorce más, aunque sus proyectos siguen lastrados por retrasos y sobrecostes. Alemania, fiel a su transición ecológica, cerró en 2023 su última central, un gesto simbólico que la obligó a reabrir minas de carbón y a depender temporalmente del gas ruso. España, que mantiene un calendario de cierre entre 2027 y 2035, empieza a dudar: las eléctricas reclaman prolongar la vida de centrales como Almaraz ante la fragilidad del sistema y la intermitencia de las renovables.

El auge de Oklo no se explica solo por las finanzas. Su impulso llega de la convergencia entre la política energética y la fiebre de la IA

El llamado “renacimiento nuclear” tiene una doble raíz: la necesidad política y la promesa tecnológica. En el centro del nuevo entusiasmo están los reactores modulares pequeños (SMR), fabricados en serie, de menor coste y construcción más rápida. Sus defensores los ven como el complemento perfecto para un sistema dominado por fuentes intermitentes. Los gigantes tecnológicos –Amazon, Google, Microsoft– ya han firmado acuerdos para alimentar sus centros de datos con energía nuclear, en busca de suministro constante y sin emisiones.

En ese paisaje de expectativas se ha colado Oklo, una empresa californiana convertida en emblema de la fisión avanzada. Fundada hace una década por dos ingenieros del MIT, Jacob DeWitte y Caroline Cochran, Oklo propone reactores compactos, autosuficientes y capaces de funcionar una década sin reabastecimiento. Su discurso encaja con precisión en el espíritu de Silicon Valley: innovación, autonomía y promesa climática.

La compañía ha protagonizado uno de los ascensos bursátiles más espectaculares del año: sus acciones alcanzaron este mes los 180 dólares, con una capitalización superior a los 25.000 millones, un aumento de más del 1.500% en un año. Para algunos analistas, su éxito refleja la fe del mercado en una nueva era nuclear. Para otros, recuerda la euforia tecnológica que precede a cada burbuja. Este viernes cerró a 132,77 dólares.

El auge de Oklo no se explica solo por las finanzas. Su impulso llega de la convergencia entre la política energética y la fiebre de la inteligencia artificial.

@J_L_Gomez

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