Itxu Díaz
CRÓNICAS DE OTOÑO
Hay que ir sacando la ropa de fiesta
Será por mi condición militar pero estos días me llueven los interrogantes sobre el apagón de España y es que la duda se ha instalado entre nosotros, no sin razón. Cualquier cosa huele a pólvora y los presagios no anuncian nada bueno. ¿Ha sido un ciberataque?
“Suelto el halcón, procura librarse del cascabel, reconociendo en su ruido el peligro de su libertad, y que lleva consigo a quien le acusa, llamando con cualquier movimiento al cazador que lo recobre, aunque se retire en lo más oculto y secreto de las selvas” (Diego de Saavedra Fajardo).
España muestra su debilidad en todos los campos, aunque nos acosen con unas cifras macro que pretenden desmontarlo o instalar los malos augurios en simples teorías conspiratorias. La triste realidad es que internacionalmente no somos nadie y no es el momento más adecuado para arrimarnos a Xi Jimping o pensar en un veraneo en las costas de Venezuela o Cuba.
Ante la incertidumbre y desinformación cada uno es muy libre de pensar en cualquier posibilidad.
Hemos llegado a tal grado de inquietud e inseguridad que debemos creer que los burros vuelan. No hay tanta conspiranoia como algunos pretenden hacernos creer. Todo se hace realidad.
El apagón es una muestra de nuestra debilidad que se va haciendo crónica y, aunque no tengo dato alguno (ni lo tendré) de que se haya producido un ataque cibernético que nos haya dejado a oscuras, sería una temeridad descartarlo del todo y no dejar abierta y analizada esa posibilidad. No lo digo yo, sino que me lo dice quien bien lo sabe.
De haber sido un ataque cibernético, no descartable repito, a la simple inspección de los hechos aparecen tres posibles orígenes dándose el caso que ninguno de ellos dejaría la más mínima huella. Lo apunto solo porque creo que señalar sin pruebas es de mala educación. Ustedes son lo suficientemente hábiles para intuir el orígen si es que ha sido algo organizado.
La permanencia del rastro que hubiese dejado un ataque cibernético vendría a ser como la pisada de un niño en la orilla del mar cuando la marea sube. Ondiñas veñen e van. Un momento más breve que el que supone un “veñe e va”, ha sido suficiente para que España se sumerja en la total oscuridad energética, en la caverna de los tiempos.
No foi un raiño de sol que entrou por la ventaniña. ¿Qué fue? ¿Quién fue? Sin duda es un aviso del que deberíamos obtener la adecuada enseñanza. Heráclito decía que el oráculo de Delfos ni dice, ni oculta, sino da señales. Le he consultado y hasta mi ha llegado su señal.
“Suelto el halcón, procura librarse del cascabel, reconociendo en su ruido el peligro de su libertad, y que lleva consigo a quien le acusa, llamando con cualquier movimiento al cazador que lo recobre, aunque se retire en lo más oculto y secreto de las selvas” (Diego de Saavedra Fajardo).
Si somos capaces de leer y entender el mensaje tendremos la clave de lo que nos ha ocurrido y del porqué. También encierran sus palabras algo peor; esto no será nada comparado con lo que puede llegar si no logramos quitarnos el cascabel.
Así estábamos cuando roban la catenaria del AVE de Madrid-Sevilla y deja a miles de pasajeros tirados y con mínima atención.
Todo tiene una explicación. Les aseguro que no son conspiraciones, sino un derrumbe espiritual y económico. Esta dirigido. Se trata de una ocupación de los lugares estratégicos. Desde el puesto de mando en un palacio madrileño donde se reúnen todos los martes para decidir. Resultados del sectarismo ideológico.
Nos vamos acostumbrando y eso eso es lo malo. Hago una lista de posibles “siguiente paso” y me echo a temblar. Mejor que cada uno haga la suya, pero no olviden que mantener a los culpables es cosa de todos, asumamos nustra parte porque uno acaba teniendo la impresión de que a los españoles nos gustan los okupas y tener al zorro en el gallinero.
Atengámonos a las consecuencias.
No lo olviden: Ondiñas veñen e van.
E veñen máis.
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