La Región
TRIBUNA
O nadal sempre serás ti, “abueli”
La primera Carta Olímpica que escribí -‘Al otro lado del Sena’- versaba sobre el deporte trans. El debate no cesa porque Valentina Petrillo se convertirá en la primera trans paralímpica. Es un tema que urge una norma concisa. Es necesario proteger al colectivo trans y también a las mujeres cis que, tras un calvario, consiguen cierta igualdad. Pero hoy no hablamos de quienes transitan de un margen a otro, sino de quienes se encuentran entre ellos.
El ruido se ha ofrecido a la sociedad como un boleto con derecho a vapulear a la deportista, escarbar en el baúl de sus memorias
Imane Khelif se inició en el fútbol soportando las mofas por ser mujer. Viró al boxeo para defenderse del bullying. Con 16 años vendía chatarra para pagar el autobús que la llevaba a entrenar. Hoy, que ha alcanzado el cénit, un examen médico sin evidencias determina que tiene cromosomas XY y decreta unilateralmente -esto es lo grave- que es un hombre. El ruido se ha ofrecido a la sociedad como un boleto con derecho a vapulear a la deportista, escarbar en el baúl de sus memorias, juzgar su aspecto y afirmar, sin rubor, que es trans en una comunidad como la argelina en la que el cambio de sexo es una quimera.
La historia se repite como un escrache sangriento porque los datos genéticos son de especial protección. En 2009 se hallan cromosomas XY en Caster Semenya, bicampeona olímpica de los 800. La persecución sufrida con pruebas de un ginecólogo, un experto en género, un endocrinólogo y un psicólogo todavía está en los tribunales. En 1985 otro examen certifica que María José Patiño tiene cromosomas masculinos dando rienda suelta al horror: privada de competir, abandonada por la federación, humillada por los medios y hasta acusada de brujería. Su empeño y la verdad la devuelven al tartán, pero es demasiado tarde. Como experta del COI, Patiño advierte que meter la amplia variedad de casos en el mismo saco confunde a la sociedad. En el suyo había una insensibilidad a los andrógenos pero cada cuerpo tiene una historia y hay que encontrarle su espacio. Los cromosomas son solo un parámetro.
Somos una civilización capaz de ofrecer viajes turísticos al espacio pero no de superar un agotado binarismo
La división básica entre masculino y femenino -inexacta e insostenible- impera en nuestra sociedad como un yugo que nos divide. Todo lo que no cumpla con los extremos es exigido a comportarse según los estereotipos del género que más se le parezca. Pero quedan muchos fuera. Hay tantos intersexuales en el mundo como pelirrojos, cerca del 2%. La OMS dice que el 0,5% de la población es transgénero. Fausto-Sterling y su teoría de los cinco sexos aseguran que “el sexo es un continuum vasto e infinitamente maleable”. En ese espacio también se encuentra Carini y todas las rivales de las mujeres con cromosomas XY. Legislar es protegerlas a todas. Somos una civilización capaz de ofrecer viajes turísticos al espacio pero no de superar un agotado binarismo.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
La Región
TRIBUNA
O nadal sempre serás ti, “abueli”
La Región
Navidad con acento femenino: Ourense pelea en primera línea
Carlos Risco
LA CIUDAD QUE TODAVÍA ESTÁ
La puerta que fue bodega en la calle Hernán Cortés
TAL DÍA COMO HOY
Curiosidades de “Cuento de Navidad”
Lo último
ACCIDENTE DE TRÁFICO
Una colisión contra un garaje y una farola en Nochebuena deja un muerto en Rianxo