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O nadal sempre serás ti, “abueli”
Aunque no lo dijo, la cultura popular ha atribuido a Enrique de Navarra, el manido tópico de “París bien vale una misa”. La razón por la que habría pronunciado tales palabras fue su liderazgo de los hugonotes, y protestantes, en las guerras de religión francesas del XVI. Enrique se salvó de milagro de la matanza de San Bartolomé para, tras cuatro años de estancamiento militar, convertirse al catolicismo y acabar reinando un país, sin reforma, como Enrique IV.
En aquella masacre de protestantes, los cadáveres de los hugonotes eran arrojados al Sena, un río que guarda los mayores secretos de una ciudad de más de 2.200 años de historia. Pero en ocasiones, como en el caso de los cuerpos protestantes que eran recuperados río abajo, los secretos más profundos salen a flote.
La lluvia irrumpió durante la fastuosa ceremonia de inauguración de los Juegos para empañar algo más que el desfile de barquitos
La lluvia irrumpió durante la fastuosa ceremonia de inauguración de los Juegos para empañar algo más que el desfile de barquitos. Los antiquísimos sistemas de alcantarillado de París se desbordan en épocas de intensas precipitaciones, provocando que las aguas residuales sin tratar se viertan directamente al Sena. De hecho existe una ordenanza de 1923 que prohíbe bañarse en el río por su contaminación.
Ayer, 55 mujeres y 55 hombres, se tiraron a unas aguas vetadas al baño durante varios días por su mala calidad. Poco pareció importar. Como dijo el presidente del COI, Avery Brundage, tras la masacre de Múnich de 1972, “show must go on”.
De la contaminación del Sena emergieron como dos náyades las figuras de la francesa Cassandre Beaugrand y del británico Alex Yee
De la contaminación del Sena emergieron como dos náyades las figuras de la francesa Cassandre Beaugrand y del británico Alex Yee, campeones olímpicos de triatlón y que, como los seres acuáticos de la mitología griega, dotan de divinidad el curso del agua que habitan. El sportswashing no suele fallar.
Días atrás la ministra de Deportes se bañaba en el Sena para disipar la preocupación. La obstinación de la organización hizo el resto. En la ceremonia inaugural, esa que destapó los alcantarillados decimonónicos, el presidente de la República se daba un apasionado beso con su ministra que hoy da la vuelta al mundo.
París bien vale un beso pero, ¿a qué precio?
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