Jaime Noguerol
EL ÁNGULO INVERSO
La mirada sabia del barman
La vida en las sociedades modernas, Galicia sin ir más lejos, no es imaginable sin una economía productiva que alimente, vista y dé cobijo a sus miembros. Es cierto que las necesidades van ya mucho más allá de estas cuestiones básicas y aún no del todo satisfechas, pero subidos al tren que incorpora vagones con nuevas y perentorias necesidades, la conciencia colectiva no parece asumir las nuevas obligaciones, ¡más madera!, a las que aquellas demandas obligan.
La pandemia nos mostró, por la dramática inexistencia de equipos respiradores en los hospitales o de mascarillas en las farmacias, que los fabricantes de unos y otras se encontraban a miles de kilómetros y a expensas de una tan sofisticada como frágil red logística global. El pregonado retorno de los centros productivos a los mercados donde anida la demanda, ha sido más materia de tertulia que una pragmática que las empresas hayan asumido. Ahora, la soflama del MAGA –Make America great again- de los impetuosos nuevos empoderados norteamericanos, amenaza con acelerar este proceso que al mismo Adam Smith y todos los profetas del libre comercio haría enarcar las cejas.
La pandemia nos mostró, por la dramática inexistencia de equipos respiradores en los hospitales o de mascarillas en las farmacias, que los fabricantes de unos y otras se encontraban a miles de kilómetros y a expensas de una tan sofisticada como frágil red logística global.
A Galicia, el actual giro arancelario y proteccionista le sorprende en la inadecuación entre una retórica del pasado y los hechos del presente. El ensayista Antón Baamonde (Vilalba, 1959), que imagina una nueva Holanda producto de la interacción entre Galicia y el norte de Portugal (Galaxia, 2021) o establece en Galicia, distrito industrial (Galaxia, 2024) un interesante diálogo con Daniel Hermosilla sobre el futuro productivo del país, deja un par de ideas que podrían ayudar a pensar. En primer lugar, subrayar el hecho de que Galicia, pese a la imagen que tenemos de nosotros y que la misma IA replica, es un país plenamente urbano y con una base industrial, medida sobre el PIB, superior a la del conjunto de España. Segundo, que nuestra comunidad es rica en energía, madera o recursos mineros estratégicos que apenas explotamos.
“En Galicia pensamos sen ambición” dice Baamonde y en sus palabras es fácil añorar la ilusión que, en tiempos bastante más precarios, algunos hombres como Valentín Paz Andrade o Xaime Isla Couto desarrollaron para cortar la hemorragia de la emigración y poner al país a la altura de los tiempos. Galicia está hoy en marcha, pero necesita que la sociedad en general y la clase política, empresarios y sindicatos, en particular, dejen de rumiar un país del pasado idealizado y se pongan a trabajar con la misma ambición, exigencia y participación colectiva que mueven el mundo.
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