Pilar Cernuda
CRÓNICA PERSONAL
Guardiola, presidenta, el PSOE se hunde
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En los años 80 el casco antiguo de la ciudad era un gueto poblado por los estertores de un periclitado modelo de prostitución o por adictos a estupefacientes que se metían en vena lo que podían para superar el mono, arriesgándose a un sidazo. En cualquier portal o descampado el caballo montaba sobre la voluntad de los jóvenes, ignorando lo que ya les cantaba Miguel Ríos: "No montes ese caballo, va pasar de la verdad, mira que su nombre es muerte y que te enganchará".
Todo ayudó a convertir a la zona histórica en el escenario perfecto para empezar a hablar sin tapujos de la marginalidad. De ahí a la inseguridad y la delincuencia no hubo más que un escalón, que se subió deprisa. Unos cuantos vecinos se organizaron para solucionar la situación por un atajo. Crearon patrullas ciudadanas ofreciendo como terapia la medicina del as de bastos. Hicieron buenas cajas en las ferreterías despachando mangos de azadas y sachos, y algún que otro útil disuasorio. Pero no fue ese método expeditivo el que puso fin a la inseguridad en el barrio. El VIH se dio varias vueltas por allí regalando billetes para el desahucio vital. La prostitución de mercancía a la puerta de un local se mudó a clubes de carretera o a pisos en varios barrios, para escándalo de biempensantes. Sí lograron aquellas brigadas de bizarros jueces del palo y tentetieso que todos en Ourense hablasen del caso, se entornase la mirada al barrio. Sin reconocerles valor alguno por lo expeditivo de sus métodos, consiguieron que los responsables de la policía y el gobernador civil (entonces no existían estos funcionarios con poquitas atribuciones que le llaman subdelegados) se preocupasen por el asunto. Los medios de comunicación testaban a diario el estado de ánimo vecinal, por cierto cada vez más febril. Si por las autoridades gubernativas fuese, el caso se despachaba con unas fotocopias de la estadística del Ministerio del Interior en la que, como siempre, Ourense aparecía y aparece entre las provincias más seguras, sino la que más. Pero los números no convencían y se ve que tampoco lo hacen hoy, para fastidio del gobernante.
Los vecinos de A Ponte expresan a su modo su cabreo con la seguridad del barrio, por esto no el París del 68
En A Ponte, más bien en la orilla derecha del Miño, vive aproximadamente un tercio de los habitantes de la ciudad. Unos cuantos han dicho estar hasta la coronilla de los problemas de seguridad. Por lo escuchado en los últimos meses aquí se han mezclado peligrosamente situaciones de mendicidad o exclusión con delincuencia. Ojo por lo tanto porque, precisamente por esto, algunos pontinos pueden acabar confundiendo derechos o reivindicaciones con señalamientos a determinados individuos. Es evidente también el oportunismo turbio que surgió tras las primeras informaciones del periódico. Las redes sociales se convirtieron de nuevo en falsario universal, propagando consignas que proponían una especie de limpieza étnica. A los promotores de las protestas dudo que le interese que puedan mezclarse sus exigencias con desahogos biliares que se ocultan detrás de una red social.
La Región publicó fotos de grupos de ciudadanos convertidos en vigilantes jurado de la zona, con un afán intimidatorio que no parecen ver en la policía. Iban con sus chalecos amarillos, hábito elegido también en el año 2018 por la revuelta parisina contra el alza de los precios de los combustibles que acabó contagiando a una parte de Francia y que puso en un brete al mismísimo presidente Macron, que tuvo que recular. No creo que en A Ponte tengan esa capacidad, ni siquiera de asustar al subdelegado o al alcalde, al que de nuevo nada le concierne allí salvo las fiestas. Tampoco creo que estalle un conflicto como el del 2014 en el barrio de Gamonal, en Burgos, pese a que conviven con el problema endémico de la droga en Covadonga, que estos días se ha intentado combatir de nuevo. En la capital burgalesa las obras del bulevar de la calle Vitoria desencadenó una revuelta social durante varias noches. Tampoco está claro que haya verdaderos focos de apartheid social como para temer por el fuego en los contenedores y escaparates apedreados. A Ponte es mucho más tranquilo que todo eso. Quizá solo están hasta el gorro de que no se les haga caso y que las autoridades que se encargan de velar por la ley les den como mejor medicina una ensalada estadística oficial en la que todo va fetén, también cuando un chorizo te lleva la cartera. Solo están disconformes con la situación, no veo yo a los pontinos recuperando el espíritu revolucionario del mayo del 68, pintando en las paredes cosas como "desabrochen el cerebro tan a menudo como la bragueta".
Lástima que Julio Iglesias no pensase antes en invertir en Galicia, incluso de reproducirla, dada su famosa fogosidad
Ourense ha hecho marca de su tranquilidad y longevidad y no creo que eventuales problemas de seguridad en un barrio concreto espanten las inversiones de Julio Iglesias. Este periódico ha desvelado que el cantante ha comprado la casa del exalcalde Manuel Cabezas en los predios de Cea, quién sabe si prisionero de la morriña que quiere curar a la sombra de un carballo interpretando Un canto a Galicia. Sin embargo, echo de menos que Julio no pensase en la tierra de sus ancestros en momentos más fértiles. El escritor Ignacio Peyró dijo que el cantante "no tuvo suerte en el amor, pero se dio un atracón de sexo". Él solo sería suficiente para acabar con la despoblación de Ourense y, ya de puestos, de aquí al Alto Aragón y toda la España vaciada.
Mira tú la de nombres que le han puesto a la selectividad en los últimos años para que siga siendo la selectividad de toda la vida. Mira tú que los chavales estos días fueron a examinarse de la PAU, antes EBAU, sin saber que lo que estaban haciendo el examen para acceder a la universidad que aún retenemos con el nombre de selectividad. Mira tú como en las pruebas, se llamen como se llamen, los estudiantes deben responder a preguntas muy similares a las de la selectividad de toda la vida. Mira tú ahora, como siempre también, los estudiantes van hechos un manojo de nervios porque dicen que se juegan "el futuro". Mira tú como se contabiliza un alto porcentaje de aspirantes que todavía desconocen en qué titulación se quieren matricular. Mira tú que quizá esto último no pasaba tanto en la generación anterior, tal vez porque cualquiera en casa decía la víspera de ir al examen que todavía no sabía qué carrera hacer. Mira tú.
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