Editorial
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Plaza de Abastos: paradigmático disparate de Jácome
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Dicen que ningún viento es favorable para quien no sabe a qué puerto dirigirse. Ese podría ser el resumen de los últimos seis años y medio de historia del Concello de Ourense. Es el tiempo que lleva Gonzalo Pérez Jácome al frente de la alcaldía. Para conocer sus disparatados golpes de timón que llevan poniendo a Ourense rumbo a ninguna parte desde hace 78 meses no hay más que dar un repaso a la hemeroteca de este periódico. La lista es tan lamentablemente larga como nulo el avance de la ciudad, rezagándose cada vez más con respecto al resto de las ciudades gallegas, perdiendo oportunidades, como la llegada de la alta velocidad, despilfarrando el dinero público en asuntos triviales, dejando sin resolver los verdaderamente importantes y teniendo una nula capacidad de interlocución frente a las otras administraciones para exigir inversiones.
Ningún otro alcalde de la historia de la ciudad se ha visto tantas veces enfrentado a asuntos judiciales ni ha crispado tanto el ánimo de los ciudadanos.
La Plaza de Abastos de As Burgas es ahora el foco de sus despropósitos. La historia es, en sí misma, muy sencilla. El Concello es el propietario del inmueble en el que un grupo de comerciantes tienen una concesión para ejercer en ella su actividad. La pasada década el Concello decide acometer la modernización del edificio, solicita subvenciones que le son concedidas. Licita, adjudica y pone en marcha las obras en 2019. Durante el tiempo en que los placeros son desalojados del edificio se les instala en una nave provisional en la Alameda, el plazo de ejecución de las obras es de 18 meses. Pero han pasado siete años y la obra está sin terminar. ¿De quién es la culpa? Del mismo responsable que perdió los 3,5 millones de euros en subvenciones para la remodelación del edificio. No hay más cera que la que arde.
El conflicto de la plaza no habría existido con otro alcalde. Pero con Jácome en la alcaldía no es más que otro de sus disparates
El conflicto generado unilateralmente por el alcalde no parece tener otro interés que lanzar una cortina de humo ante un nuevo ejemplo de incompetencia, al haber consentido, ya sea por error o por omisión del deber de control, que una obra aparentemente sencilla, de año y medio de duración haya casi quintuplicado el plazo sin que el edificio esté en condiciones de ser ocupado. Xunta, Diputación y comerciantes le han propuesto un acuerdo para afrontar sin coste para el Concello las obras pendientes. Pero eso sería reconocer su incapacidad. Por eso arremete contra los comerciantes de la plaza, amenazándolos con un desahucio exprés, con la revocación de la concesión y otras medidas de dudosa legalidad que seguramente lo que consigan sea engrosar la lista de pleitos que ya acumula, y que los daños que ocasione a la ciudad tengamos que pagarlos todos.
El conflicto de la plaza no habría existido con otro alcalde. Pero con Jácome en la alcaldía no es más que otro de sus disparates. Y no será el último. Inexplicablemente, con 10 concejales de 27, continúa al frente del timón, aunque el barco lleve 78 meses navegando sin rumbo.
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