Pilar Cernuda
LAS CLAVES
Sánchez, cuestionado por los suyos pero inamovible
ASUNTOS GLOBALES
El pasado domingo día uno de junio se celebraron elecciones presidenciales en Polonia. A las nueve de la noche, las encuestas realizadas a pie de urna no tenían claro los resultados y los dos bandos que polarizan el país proclamaron y celebraron la victoria. Es lógico, los resultados fueron tan ajustados que provocaron la confusión. A medida que avanzaba el recuento, las cosas se fueron aclarando, pero muy despacio. Hubo que esperar casi hasta el recuento del último voto para proclamar la victoria del ultranacionalista y radical exponente de la ultraderecha, Karol Nawrocki con el 50´89% de los votos, mientras su oponente, el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski sumaba el 49, 7%, una pequeña diferencia de 0´6% votos. El ganador es un historiador de 42 años, ex boxeador amateur, apoyado por el partido ultraderechista Derecho y justicia (PIS). Carece de experiencia política y su entorno lo define como farolero y pendenciero, un tipo inquietante para convivir políticamente con el primer ministro Tusk. Dos personalidades radicalmente opuestas. Podemos decir que Tusk es un confeso militante del europeísmo, muy apreciado en Bruselas. El presidente electo es todo lo contrario, ferviente admirador de Trump y de su movimiento MAGA (Make America Great Again).
La más que ajustada victoria de Karol Nawrocki refleja la enfrentada polarización del país, lo que ha influido en la alta participación electoral, el 71,63 % acudieron a depositar su voto en las urnas. El alcalde de Varsovia, logró la mayoría de sus votos en las grandes ciudades, mientras que el conservador trumpista Karol obtuvo la mayoría de sus votos en las zonas rurales y entre el electorado joven, principalmente los varones.
Los resultados cayeron en Bruselas como una devastadora tormenta de granizo. Polonia, la sexta economía europea juega un papel clave en la geopolítica mundial, tiene frontera con Ucrania y la apoya en su guerra, pero su nuevo presidente no solo desconfía de Europa y de la Unión europea, se alinea claramente con Trump. El nuevo presidente es un activista doctrinario que ha manifestado que su principal misión será bloquear el gobierno de Tusk, lo que significa que no jugará el papel de presidente conciliador sino el de “hooligan perturbador”.
Polonia juega un papel crucial en la diplomacia y en la logística europea, lo hace desde hace treinta y seis años
Nació y se crio en el seno de una modesta familia de Gdans. Estudió historia y como historiador se dedicó a investigar el papel de la URSS en Polonia después de la Segunda Guerra Mundial y el significado de los monumentos soviéticos en el país, lo que le valió entrar en la lista negra de los opositores a Moscú. Una vez graduado concentró su dedicación a investigar las actividades del sindicato Solidarnosc, fuente principal de sus ingresos. Según sus compañeros era un trabajador incansable, fuerte y extremadamente combativo. Durante una época trabajo en un gran hotel de Sopot, en la estación balnearia del mar Báltico. Según algunas publicaciones aparecidas en la precampaña parece que en esa época se vió envuelto en asuntos oscuros de tráfico de prostitución que el candidato Karol Nawrocki negó furiosamente amenazando con querellas judiciales a quienes siguieran esparciendo tales rumores. Los acusadores mantuvieron sus afirmaciones y el asunto se fue diluyendo en el olvido.
El actual primer ministro polaco es un liberal conservador, líder de Plataforma Cívica que en estos momentos está tratando de que el poder judicial y el Tribunal Constitucional recuperen la independencia, ya que todavía están copados y controlados por el ultraderechista partido PIS. El nuevo presidente tratará de que esas reformas no se lleven a cabo. Veremos sonoros choques entre el presidente Karol y el primer ministro Donald. En principio el presidente no se opone a que Polonia forme parte de la Unión Europea, ni a la Organización del Atlántico Norte (OTAN), pero apoyará a las fuerzas soberanistas en el seno de la Unión y se opondrá a la entrada de Ucrania en la OTAN. Un clavo en el zapato europeo.
Polonia juega un papel crucial en la diplomacia y en la logística europea, lo viene jugando desde hace treinta y seis años desde que salió del bloque soviético después del hundimiento de la URSS. Actualmente Polonia junto con España son los países que mantienen un crecimiento económico sostenido dentro de la Unión. El resultado electoral en Polonia está causando una profunda inquietud en Bruselas, ya que consideraban a Polonia una pieza fundamental del llamado Triangulo de Weimar, que reforzaría el eje Paris-Berlín básico en la construcción de la defensa europea, fundamental para lograr la autonomía estratégica de la Unión. La victoria del ultranacionalista Karol Nawrocki ilustra el crecimiento de la ultraderecha en Europa apoyada por las injerencias de la administración americana. Nawrocki era el candidato de Donald Trump. Lo demostró recibiéndole con grandes honores en el despacho oval de la Casa Blanca en plena campaña electoral, pero no solo eso, pocos días antes de que se abrieran las urnas de la segunda vuelta, el presidente americano envió a Varsovia a su ministra de seguridad interior kristi Noem que llamó a la ciudadanía polaca a votar por Karol Nawrocki a la par que proclamaba que el ejército americano defendería activamente los intereses de Polonia.
Con el nacionalista Viktor Orban en Hungría, Robert Figo en Eslovaquia, y el más que posible regreso de Babis en la Republica Checa en las elecciones del próximo septiembre, demuestran el crecimiento de la ola de la extrema derecha en importantes zonas del sur de Europa. La razón cae, el simplismo crece.
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