Las pulseras de la culpa

Publicado: 24 sep 2025 - 00:10

Opinión en La Región
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El reconocimiento de la culpa se ha convertido en la mayor dificultad para la credibilidad de la política. Eso se debe a la ceguera militante del partidismo y al destierro del interés general como objetivo prioritario de la gestión pública. El bien común ha pasado a convertirse en el bien particular, de forma que la corrupción ajena siempre es más grave que la propia, y los errores de gobernanza se magnifican en el contrario mientras se minimizan cuando afecta al partido político propio. El ministerio de Igualdad contribuyó desde sus inicios a convertir en afamado bulo la verdad feminista desde el mismo momento en que se promovieron manifestaciones negligentes durante el 8-M cuando ya se conocía la propagación del covid. Después vimos cómo se excarcelaron y rebajaron cientos y cientos de condenas a violadores y agresores sexuales por los defectos de la llamada ley del sólo si, adorada como logro icónico del consentimiento sexual cuando en realidad derivó en fracaso de la propaganda del feminismo ideológico perjudicial para la verdadera igualdad hombre-mujer. Las denuncias sobre abusos que pesan sobre significados militantes comunistas como Íñigo Errejón arrojan por tierra la apropiación que la izquierda radical y la izquierda aparentemente moderada hace de la causa feminista. Y ahora, el renuncio en el que han pillado al Ejecutivo con las pulseras antimaltrato expresa a las claras la ligereza con la que el feminismo radical gestiona asuntos prioritarios como la agresión de la mujer a manos de sus parejas. Los nuevos dispositivos, al parecer elegidos por discriminación de su tecnología israelí y de Telefónica en favor de AliExpress, han permitido romper órdenes de alejamiento poniendo en peligro la integridad de las mujeres afectadas. El Poder Judicial ha aclarado que el Gobierno estaba avisado pues los jueces habían alertado de las falsas alarmas y de que las nuevas pulseras telemáticas eran manipulables. La ministra Redondo, que ahora anuncia para dentro de varios meses una nueva licitación, era sabedora de los fallos pero tiene la desfachatez de jactarse de que “ninguna mujer ha sido asesinada”. Que se haga “una pequeña investigación”, dijo viceYoli. Las pulseras de la culpa han dejado en evidencia el tono propagandístico de este Ejecutivo del marketing, y retratan a la exaltada ministra socialista, cuya reprobación aborda este miércoles el Congreso. La ministra gritona ha resultado una indigna heredera del infame legado de Irene Montero. Las pulseras de la culpa que reemplazaron a las que funcionaban correctamente no eran, por lo que se ve, del agrado socialcomunista por razones de sectarismo, dando lugar a la compra de dispositivos de inferior calidad como si la seguridad de las mujeres maltratadas se hubiera subastado en una puja de rebajas en internet. Muchas mujeres fueron asaltadas hasta en tres ocasiones por sus agresores sin recibir la alerta ante un grave fallo en la cadena de vigilancia de la orden de alejamiento. Las pulseras de la culpa han derivado en políticas de todo a cien y en el socorrido recurso del “fascismo” como bulo explicativo de semejante ineptitud y despropósito.

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