Jenaro Castro
TRAZADO HORIZONTAL
Abono único del embuste
El 23 de junio de 2025, el ayuntamiento de Baltar ampliaba en dos días el plazo para contratar a 2 jefes de brigada, 2 peones conductores y 6 peones forestales. Es decir, que el plazo para presentar la solicitud vencía el miércoles, 25 de junio. A esta fecha añádase el plazo administrativo para realizar la selección y la contratación, esto es, para que el ayuntamiento por fin cuente con esos 10 operarios, de los que 2, los chóferes, tienen como misión conducir un vehículo, ya sea para transportar a los forestales o para conducir una motobomba.
Con una población de 853 habitantes, ocupa una extensión de 94 kilómetros cuadrados. Lo que viene a decir que existe una manifiesta dispersión poblacional en un ayuntamiento a todas luces rural, con una superficie mayoritariamente forestal.
Lo de sacar a relucir a Baltar es una simple muestra de la eterna letanía de la organización territorial y el volumen poblacional de la España y la Galicia rural, que se ven obligados a contratar personal contraincendios a última hora, en base a la disponibilidad del Fondo de Compensación Ambiental. Todo ello sin considerar la carrera de obstáculos que supone este modelo de contratación, bajo la lupa del Ministerio de Trabajo, por lo que a la nueva denominación de fijos discontinuos se refiere.
A la precariedad laboral manifiesta, en la que durante los picos máximos de ignición pueden llegar a jornadas de hasta 14 horas, se suma la falta de formación y de profesionalización. Por lo general, estas cuadrillas se nutren de vecinos que pueden ver alargada su contratación a 15 días o un mes más, en función de las circunstancias, y que luego engrosarán otras cuadrillas -en un más de una vez sospechoso ejercicio de clientelismo de las administraciones locales- donde la temporalidad se extiende a la limpieza de los márgenes de los ríos, con cargo a las distintas y oportunas Confederaciones Hidrográficas. Algunos de ellos, o casi todos, irán rotando a peón de limpieza o mantenimiento, lector de contadores del agua y otras ocupaciones temporales que les permitan ir cotizando para conseguir una jubilación. Queda claro que se trata de mano de obra eventual, barata, con unos requerimientos escasos cuando no nulos, y una formación inexistente, pese al alto riesgo que comportan actividades como la extinción de incendios.
La prevención sería lo deseable, pero la cruda realidad es que, a la postre, lo que se despeja son los arcenes y para de contar
Lo que queda claro es que en 2025 había para toda Galicia la cifra del año anterior: 7.000 efectivos entre personal forestal y medios municipales, autonómicos y estatales. Para muestra de la provincia de A Coruña, desglosados en 260 bomberos forestales, 60 jefes, 29 conductores y 103 operarios de motobomba, lo que suma un total de 700 para atender las necesidades de 7.950 km2, que viene a asignar casi 11,5 km2 por bombero; algo que resulta obvio, es insuficiente.
En resumidas cuentas, y aunque las comparaciones siempre son odiosas, la provincia de Ourense reúne en sus 92 municipios un total de 305.000 habitantes distribuidos en 7273 km2, con una superficie forestal mayor que la provincia de A Coruña, y con dificultades en los parques comarcales de bomberos como el de la capital ourensana, que disponía de 50 profesionales de extinción y conductores.
Tras la debacle forestal de este verano, la Xunta anuncia nuevas contrataciones para el 2025, prevé incrementar la dotación con cifras algo inconsistentes porque mezcla trabajadores fijos con discontinuos, e incluye en la ecuación a los GES y Protección Civil.
Al final, la prevención sería lo deseable, pero la cruda realidad es que, a la postre, lo que se despeja son los arcenes y para de contar. Porque la cuestión está en los costes: desbrozar un kilómetro cuadrado de monte cuesta 3.000 euros y extinguir un incendio en igual superficie son 30.000. Ni es necesario ser demasiado torticero echando cuentas, ya que es fácil de entender; basta con recordar las palabras de Bill Clinton, dirigiéndose a su rival a la presidencia de los Estados Unidos, George Bush: “¡Es la economía, estúpido!”.
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