El racismo político

Publicado: 09 oct 2025 - 01:40

Opinión en La Región
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Lo que sucede en lo que nos afecta más directamente y lo más próximo, respecto al titular: “Ao longo de seis meses, houbo entrevistas con profesionais de diversos sectores, grupos de debate con persoas racializadas e entrevistas individuais. Tívose en conta a interseccionalidade, é dicir, que as distintas identidades que oprimen e privilexian están interrelacionadas. Unha muller migrante, sofre dobre discriminación: polo sexo e pola orixe. Malia ser case o 15% da poboación da comarca as conclusións nos eidos analizados reflicten as problemáticas dos migrantes e as persoas de etnia xitana: precariedade laboral, difícil acceso á vivenda, situación de vulnerabilidade, segregación silenciosa nos colexios e trato desigual…”, es el informe que “Un estudo en Verín e comarca revela que o racismo non é exclusivo das ciudades”, publica “La Región” el 24 de septiembre, siendo el articulista Carlos L. Montero.

Sí, rotundamente sí, la peor política inmigratoria es la que no existe

Es un tema de compromiso humano, de permanente y gran trascendencia con la migración, ya que la mayoría está inmersa en situación de vulnerabilidad tan pronto como toma la decisión, o se la toman, al encontrarse en una tierra diferente, dejar a su gente y conocer otra, nuevas costumbres y hábitos desconocidos, idioma, etc., que hace que ya no es que te conviertas en un ser más “sometido” y en desventaja con respecto a los nuevos convivientes, sino la sensación o realidad de desprotección. Y en España, españoles, gallegos, fuimos los campeones de la emigración, conocemos mejor que nada el sentir emigrante; siendo de los que opino, que el haber sido… cocinero antes que fraile, llevamos impregnado un comportamiento acorde a cómo deseáramos y esperamos que fuésemos recibidos cuando nos fuimos. ¡Algo habremos aprendido!, para comportarnos con nuestros semejantes. Pero la alta política lo contamina todo. No es sólo lo que ocurre en Verín. Es a nivel nacional, europeo…

Sí, rotundamente sí, la peor política inmigratoria es la que no existe. Y en España no ha habido nunca política inmigratoria, más allá de una integración y convivencia sin grandes traumas, al estilo de lo que sucede en Verín. Eso sí, cuando todo el espectro de formaciones, que conforman hoy la mayoría de investidura, estaba en la oposición, ofrecía clases teóricas maestras de cómo tendría que llevarse a cabo. Ahora cuando las pueden aplicar, lo único que se les ocurre es ir repartiendo los menores no acompañados -hacinados en Canarias- por la geografía estatal, sin consensuar y, la mayoría de las veces, ni hablar con las CCAA de acogida. ¿Cómo es que la Consellería de Política Social tiene conocimiento de “forma extraoficial” de la llegada de menores a A Coruña?, como informa “La Región” el 3 de octubre. Los inmigrantes, y aún más si son menores, no se merecen tal desprecio ni despreciable reparto, como de mercancía se tratase; y que Galicia y otras CCAA se vean obligadas a denunciar ese envío por la puerta de atrás. ¡Ah!, a Cataluña no molestarla, ya que ésta quiere la cesión de la inmigración para gestionarla a su gusto y manera, y el PSOE accede. ¿No es esto racismo, por interés político partidista puro y duro?

Así las cosas, no es de extrañar, que los nacionalistas catalanes de Junts, tan de ellos mismos (tan suyos), impidan la llegada a Cataluña de los menores en ese reparto que hace el Gobierno de España, cuando los centros de acogida en las Islas están saturados. Una política de Estado, como requiere la inmigración, sólo se hace a base de solidaridad, acuerdo y el conocimiento completo de las CCAA, y no solamente criticarlas cuando son las CCAA las solicitantes de aclaraciones o imponen cierta resistencia; cuando existen agravios comparativos con otras para llegar a acuerdos o convenios, que, ¡menos mal!, son tumbados después en el Congreso.

Cuando según datos oficiales, facilitados por el INE, viven en España más de nueve millones de personas nacidas fuera de España, de las que siete millones son extranjeros, es necesario una política de Estado, un pacto de Estado, y no acuerdos partidistas interesados, como con Junts. Por eso es inentendible que, si el PP se reúne y acuerda con sus varones territoriales una serie de medidas -lo pésimo es no tener nada- el insulto llegue de los que tratan a los migrantes con “políticas de reparto” por las CCAA. Eso sí, hasta llegar a Cataluña, que ésta “merece” un tratamiento diferente, un pacto migratorio. Indeseable medida, fruto de la conveniencia, que esto sí es racismo político.

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