Jaime Noguerol
EL ÁNGULO INVERSO
La mirada sabia del barman
DEAMBULANDO
Más que muchos que por prebostes pasan de nuestras tradiciones hizo y hace por nuestra cultura, con sus incursiones a pie de campo, ese Ramón, que de A Merca conocido y no por Moncho, que éste familiar para un sobrino reservado. Ramón, diligente buceador de lo popular, actor y autor, exuda, hasta impregnarte de esas raices de las que él acaso el mejor exponente que poder se hallara hoy mismo. Al fresco del edificio familiar que fue Mesón do Labrego, llego luego de unas pedaladas a sol batiente. Un silencio no condicionado ahora, libre del cierto, mas que bullicio, trasiego, que se desprendía de una posada de clientela con Ramón de mesa en mesa en labores de camarero ocasional o más bien portador de apropiada conversa para cada cliente, mientras el sobrino Moncho lidiaba con lo más duro, auxiliados, ocasionalmente, por alguna ayudanta de mesa; en la sombra, el hermano Lolo abastecía de suculentas carnes a una cocina que desprendía los sabores que solo la cuñada Rosa, la de Soutomel, podría proporcionar.
No éramos conscientes de que se respiraba, anticipadamente, un algo inminente que hacía presentir el fin de una dictadura, por biológica consunción
Ahora de reposo por una jubilación más que merecida, encuentro, al frescor de una sombra a Lolo y a Rosa que saludados, reclaman de inmediato a un Ramón que de personal atilde para concurrir a un fiadeiro en ese pintoresco lugar de Entrambosrios, casi a orillas de un Arnoia allí cercano. Ramón, tiempo ha retirado anticipadamente de los talleres de Renfe y ya aposentado o reformado como dicen brasileiros y portugueses a jubilados, aunque él de pocas reformas precisare, más tiempo emplea ahora a recopilar, publicar unos librillos de humilde formato, no se puede decir de contenido para quien singular rescatador de populares tradiciones y de utensilios de los más varios oficios rurales. Incluso se le podría ver, ahora mismo, vestido de trovador o juglar declamando en cualquier romería sus versos o los ajenos, no ya representando obras teatrales de las que más bien impulsor director y no pocas veces actor en festivales, fiestas y teleclubes, cuando existían, llevando su teatro por la contorna, pero en su faceta de guitarrista cantor de coplas como de ciego, un multifacético ahora más metido en su labor de escritor recopilador, con publicaciones que recogen tradiciones, cuentos y hasta un poemario de canciones y un muestrario de motes. Evocamos tantas cosas en una tarde que empezaba a declinar y que me obligaría a pedalear al retorno bajo la umbría en algún tramo donde riesgo de enfriamiento.
Aún quedaba tiempo para rememorar aquellos festivales de la Canción Labrega donde capaz fue de convocar unas voces, en boga por aquellos setenta, como las de Benedicto y Bibiano o Suso Vaamonde y cantar o Can de Palleiro sin dentadura que era como desear un país sin dictadura, que era como victoreaba el público la canción, en unos años que aunque en declive, podría hacerte reo de los calabozos de la secreta donde por lo menos de entrada eras obsequiado con un par o más de hostias; Vaamonde acaso recibió las dichas, pero ciertamente que sí la prisión. El festival se suspendió porque o Can de Palleiro, ese fresco general procedente del Noroeste, que, aunque tembloroso por el parkinson y otras dolencias, aún gobernaba por el clientelismo que se labró en su entorno. Allí en aquellos festivales y los de a Festa do Porco acudieron prominentes plumas como la de Vázquez Montalbán. No éramos conscientes de que se respiraba, anticipadamente, un algo inminente que hacía presentir el fin de una dictadura, por biológica consunción.
Allá por un frio invierno cuando las maderas crujir hace el viento, un Ramón encogido y tiritando, con cuatro décadas a cuestas, recibiría un homenaje de cumpleaños cuando parecería que se conmemoraban unos funerales en vida, pero cual ave fénix empezó a renacer, liberado de su permanente cigarrillo y de algún que otro mal que lo tuvieron hospitalizado en crítico estado. Ahora tiene ese tiempo de prestado que aún le permite ir a ese fiadeiro, tañer la guitarra si se le pidiese y, sobre todo, dedicarse a escribir esas tradiciones orales que él fue recogiendo y que se perderían como se ”perdió” su Trato, aquella revista mensual que recogía todo lo referente al folklore de su territorio mientras yendo de acá para allá iba aumentando su colección de útiles rurales.
Querido se siente Ramón de las mujeres a las que, cual avanzado del feminismo, les concedió preminencia en aquel su teatral grupo que iba de teleclub en teleclub y a las que daba más voz en sus actuaciones. Si el mundo, piensa él y yo también, estuviese en sus manos, sería de esperar que las bella matribus detestata jamás se darían a escala alguna.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
Jaime Noguerol
EL ÁNGULO INVERSO
La mirada sabia del barman
Miguel Anxo Bastos
Extremadura: la clave está a la izquierda
Sergio Otamendi
CRÓNICA INTERNACIONAL
Dos éxitos o dos fracasos
Chito Rivas
PINGAS DE ORBALLO
As esperas teñen idade?
Lo último
PRIMERA FEDERACIÓN
Una victoria para terminar el año del Arenteiro
EL MACHISMO NO CESA
La violencia de género no da tregua: 2,4 denuncias al día en Ourense