Una realidad silenciada

Publicado: 22 nov 2024 - 01:00

El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es una fecha para reflexionar sobre las múltiples formas de violencia que afectan a las mujeres de todo el mundo. Sin embargo, hay un grupo de ellas que a menudo queda invisibilizado en los discursos y políticas públicas: las mujeres mayores, quienes han sido víctimas de una violencia estructural y silenciosa que persiste a lo largo de toda su vida.

A lo largo de los años, muchas mujeres mayores han dedicado su existencia al sacrificio, la entrega y la lucha constante por sacar adelante a sus hijos, poner el bienestar familiar por encima del propio y hacer frente a una sociedad que las ha relegado a un segundo plano pese a ser consciente de su gran valor.

En un contexto tradicional y patriarcal, especialmente en los entornos rurales, muchas de estas mujeres se han visto obligadas a vivir en matrimonios donde el amor y el respeto han sido reemplazados por la sumisión y el sacrificio. Los roles de género, fuertemente arraigados, han hecho que muchas de ellas se hayan conformado con una vida resignada. aceptando sin cuestionamientos su destino de sumisión y alegrando su mirada viendo a sus hijos prosperar pero alejándose. Dulce y amarga realidad.

La falta de autonomía económica, la dependencia afectiva y la carencia de redes de apoyo afectivo las mantiene atrapadas en su soledad ante la indiferencia de una sociedad que las ha dejado atrás

En estos hogares, las mujeres mayores han sido las encargadas de las tareas domésticas, el cuidado de los hijos y la gestión del hogar, a menudo sin ningún tipo de apoyo. En muchos casos, estos matrimonios no solo han sido desiguales, sino también abusivos, ya sea de forma física, psicológica o económica. Sin embargo, la presión social y familiar ha sido tan fuerte que, incluso cuando se sentían desbordadas y maltratadas, la opción de abandonar el hogar o denunciar la situación era casi impensable. La presión de la “opinión pública”, especialmente en las zonas rurales, donde el qué dirán es determinante, ha hecho que muchas mujeres se resignaran a permanecer en relaciones que les robaban la felicidad y la dignidad.

La soledad ha sido otra forma de violencia que han sufrido muchas mujeres mayores. Al llegar a la vejez, muchas de ellas se ven aisladas, sin apoyo emocional ni material. Han vivido años de silencio, cuidando a sus familias sin pedir nada a cambio, y cuando finalmente necesitan ayuda, la sociedad y las instituciones las han dejado de lado. Las políticas públicas, a pesar de los avances en algunas áreas, siguen siendo insuficientes para garantizar su bienestar integral. Estas mujeres siguen siendo invisibles ante los ojos de la administración y la sociedad, sin los recursos ni el apoyo necesario para cambiar su situación.

Muchas mujeres mayores siguen conviviendo con maridos que las han maltratado durante años, no porque deseen continuar en esa situación, sino porque no tienen los medios ni el respaldo para dar un giro a su vida. La falta de autonomía económica, la dependencia afectiva y la carencia de redes de apoyo afectivo las mantiene atrapadas en su soledad ante la indiferencia de una sociedad que las ha dejado atrás.

Por todo esto, el próximo lunes, 25 de noviembre, es una fecha que debe servir para visibilizar a estas mujeres mayores, para recordar que la violencia de género no tiene fecha de caducidad. La violencia hacia las mujeres no termina cuando llegan a la vejez; al contrario, se transforma, se vuelve más insidiosa y, en muchos casos, más difícil de reconocer. Es necesario que las políticas públicas reconozcan esta realidad y establezcan medidas concretas para apoyar a las mujeres mayores víctimas de violencia, proporcionándoles atención y recursos.

El cambio de rumbo de su vida no debe depender únicamente de su fuerza o determinación ya demostradas, sino de un entorno que las apoye, las escuche y las respete como lo que son: mujeres que han dado todo por los demás y merecen recibir lo mismo a cambio.

Solo con un compromiso real y decidido podremos garantizar que todas las mujeres, sin importar su edad, vivan libres de violencia y con los derechos que les corresponden.

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