Juan José Feijóo
Felipe el condecorado
Necesitamos como el comer que alguien nos salve de la situación desastrosa a la que nos lleva este gobierno populista. Además de su inconsistencia y banalidad, es un gobierno que engaña, ha apostado por la mediocridad frente a la experiencia y no tiene más proyecto político que hacerse con las instituciones y mantenerse en el poder. Da bandazos en política exterior, presume de los datos económicos cuando la economía de la mayoría de españoles es angustiosa… Lo peor: es un gobierno profundamente corrupto. Con personas que no han metido la mano en la caja, pero esas excepciones se desacreditan por sí solas porque no han tomado ni una sola medida para detener la corrupción galopante que se producía delante de sus ojos.
Feijóo no es un dirigente que enardezca a las masas y además ha cometido errores de bulto. El principal, la ineficacia de la mayoría de los miembros de su equipo, muchos de ellos convencidos de que su mediocridad se solapa con frases insultantes. Demuestran así su falta de argumentos, y además hacen flaco favor a su partido. A nadie le gustan los bocazas, menos aún cuando andamos sobrados de indeseables y es urgente encontrar serenidad en los adversarios que pueden convertirse en relevo. Pero Feijóo al menos tiene curriculum y proyecto. Ha gestionado una Galicia que le ha respondido con sucesivas mayorías absolutas, lo que indica que ha acertado en sus iniciativas, y ha unido un PP tensionado y desesperanzado, así que algo bueno ha aportado a la política española. Lo que no puede decir Pedro Sánchez.
Lo que indica que en Vox hay problemas internos que no trascienden, es el número de dirigentes que han abandonado el partido. Algo falla
En cuanto a Vox, hasta el momento no presenta ninguna prueba de trabajo bien hecho.
No ha sido responsable máximo de un gobierno regional o municipal, mucho menos del gobierno de España. Sus coaliciones con el PP han sido en la mayoría de los casos una sucesión de desencuentros promovidos para -estratégicamente- transmitir distancia política con el PP, y presumir de sus propuestas. En lugar de arrimar el hombro demostrar que piensan en el bienestar de los ciudadanos.
Su principal bandera es la falta de corrupción en sus filas, pero no tiene mérito, porque solo quienes tienen responsabilidades de gobierno pueden caer en esa delictiva tentación. Los corruptos se mueven en las esferas de poder, cuando alcanzan mando en plaza. Existen dudas sobre la financiación de Vox, pero son los órganos judiciales los encargados de investigarla.
Lo que indica que en Vox hay problemas internos que no trascienden, es el número de dirigentes que han abandonado el partido. Algo falla.
Presume de plantar cara al sanchismo con valentía y llama cobarde a Feijóo. Seguro que el presidente del PP podía ser más enérgico… pero las descalificaciones personales solo sirven para dar titulares. No solucionan los problemas.
En esta España política actualmente tan herida, tan decepcionante, andamos escasos de figuras que defiendan con sensatez un proyecto realista y diseñado por personas con experiencia. No podemos permitirnos el lujo de votar a quienes no piensan en España sino en alcanzar sus objetivos políticos.
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