Pilar Cernuda
LAS CLAVES
Sánchez, cuestionado por los suyos pero inamovible
PUNTADAS CON HILO
Contra toda lógica, incluso contra la suya, el presidente del Gobierno de España considera que aprobar los Presupuestos Generales del Estado no es la primera o principal obligación de su Ejecutivo. Sin presupuestos se puede gobernar igual. Un gobierno sin presupuestos es tan útil como un coche con el depósito lleno de gasolina. Así que no hay excusas. No es necesario presentar el proyecto de las cuentas del Estado para dar confianza a los actores económicos del país, ni para dar seguridad a la ciudadanía española ni para dar credibilidad y estabilidad a la vida política de este país. Así suenan los principios actuales de Pedro Sánchez
El Gobierno no ha sido capaz de presentar en el Congreso de los Diputados el proyecto de Presupuestos Generales del Estado en el tiempo previsto y mandado por la Constitución como su obligación ineludible. Este grave incumplimiento de todo un Consejo de Ministros ha provocado una oleada de recuerdos, en los medios y en las redes sociales, de las muchas veces que Pedro Sánchez dijo que era imperdonable esta falta por parte del Gobierno de Rajoy, quien debería dimitir o convocar elecciones. Hay multitud de videos, noticias, y artículos que ponen en evidencia la inconsistencia intelectual, política y oratoria del actual presidente del Gobierno en su lucha y conquista de La Moncloa.
Pues todo aquello que le reprochaba a Rajoy no sirve cuando le afecta a él. Por eso, resulta curioso hacer el ejercicio de poner en negativo todo lo que afirmaba contundentemente en esa multitud de testimonios de su vida anterior como oposición.
Veamos. Para el Sánchez actual, gobernar es vivir en la Moncloa. No es responsabilidad del presidente del Gobierno intentar sacar los Presupuestos. Y si no los saca adelante, él por lo menos, no anticipará las elecciones, ante el peligro de que una mayoría parlamentaria distinta pudiera gobernar este país. Además, aunque el presidente no está obligado a presentar ni a convocar elecciones, tampoco puede exigírsele que se someta a una cuestión de confianza. Porque no es su responsabilidad ni con los ciudadanos ni con la Constitución. Así de sorprendente resulta.
Pues todo aquello que le reprochaba a Rajoy no sirve cuando le afecta a él. Por eso, resulta curioso hacer el ejercicio de poner en negativo todo lo que afirmaba contundentemente en esa multitud de testimonios de su vida anterior como oposición.
Para el Pedro Sánchez actual, vivir en una democracia parlamentaria no exige que el Gobierno tenga que aprobar su principal Ley, que son los PGE. Si no los presenta o no se los aprueban las Cortes, tampoco tiene que someterse a ningún trámite parlamentario que pueda poner en peligro su cargo.
Evidentemente, para poder actuar así en la presidencia del Gobierno necesita contar con gran cantidad de coautores políticos que le mantengan en su puesto. Solos, él y su grupo, no podrían continuar.
Los ministros del Gobierno de España no admiten, ni de broma, la posibilidad de un error, de una equivocación en sus actuaciones, por muy escandalosas que puedan ser. Después de las irregularidades, fallos y descontrol de las pulseras de alarmas contra los maltratadores, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha pedido perdón, pero no por sus fallos o los de su equipo, sino por el ruido que ha provocado la información sobre los defectos de las pulseras.
Según la ministra, la denuncia de las pulseras defectuosas provoca alarma en las mujeres que pretenden defender y esto sería una irresponsabilidad de los medios. Alarma es lo que tiene que producir las pulseras cuando la mujer afectada está en peligro. Y muchas han comprobado que fallaban los avisos y se sentían desprotegidas. Eso no lo entiende la ministra.
A pesar de que fue Pedro Sánchez –sin ninguna apoyatura legal- quien mandó un barco de guerra para proteger y asistir a la flotilla solidaria con Gaza, fueron las líderes de Podemos quienes más han querido respaldar, apoyar y empujar a la cuadrilla naval. Es más, dejando de lado su antimilitarismo, exigieron al Gobierno la utilización de todos los medios para defenderla, incluso los militares.
El uso de medios militares para defender a la flotilla de una interceptación y abordaje por las fuerzas israelíes supondría una situación de guerra entre los dos países. Tendrían que enfrentarse con fuego real el buque español y los de Netanyahu, con las posibles bajas humanas, sobre todo de los más indefensos. Da la impresión de que Podemos aún no ha abandonado las dinámicas de las asambleas universitarias y pretendían ahora empezar con juegos de guerra. Y fueron ministras.
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