Sonrisa efímera

UN CAFÉ SOLO

Publicado: 03 nov 2025 - 06:55

Opinión en La Región
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La ropa empapada, heridas que sangran, daños que aún no se aprecian. Exhausto toca tierra, sonríe y con una alegría desbordada, que borra por unos minutos todo el agotamiento y el calvario vivido, hace el signo de la victoria. Se siente a salvo. Está convencido de que ha llegado al final del sufrimiento para comenzar una vida algo mejor. El viaje de Malí a España ha sido largo y tortuoso.

A miles de kilómetros, una familia incompleta regresa buscando su casa, pero no la encuentra. Todo ha sido destruido, borrado literalmente del mapa. No están las calles por las que caminaban, ni los vecinos con los que se paraban a hablar, ni los recuerdos que fueron llenando las paredes de sus habitaciones. No hay nada. Ni tan siquiera están seguros de que ellos aún sean ellos y no ya otros muy diferentes para siempre. Aún así, también sonríen porque creen que todo ha acabado y que pueden empezar, una vez más, a reconstruir lo que fue un hogar.

Repetirá infatigablemente todos los pasos, aún conociendo los suplicios, movido por la necesidad de que algo mejore. Aunque sea un poco, para él será mucho.

La imagen de ese entusiasmo y esa esperanza en un futuro diferente al presente, no podía ser, al mismo tiempo, más triste y descorazonadora. Porque desde la distancia, con el deseo de equivocarnos, teníamos la certeza de que esa pequeña felicidad iba a ser tan efímera como un parpadeo.

Para el primero, el infierno de la patera, las detenciones y torturas en países sin derechos o la ruina para pagar el pasaje no ha sido el fin de nada. Solo más tragedia que sumar a la lista. Aunque haber llegado vivo a la costa haya sido un pequeño triunfo. Pero no le espera la vida que soñó. Inmediatamente después de ese efímero instante de felicidad ha sido detenido, derivado a un Centro de Internamiento de Extranjeros y en breve será deportado. De nada habrá servido tanto destrozo. Ese que tantos se niegan a ver. Seguramente volverá a intentarlo hasta que ya no sea posible. Repetirá infatigablemente todos los pasos, aún conociendo los suplicios, movido por la necesidad de que algo mejore. Aunque sea un poco, para él será mucho.

Los segundos comprobarán demasiado pronto, incluso antes de haber cerrado los ojos para soñar un segundo, que las promesas y los acuerdos internacionales son tan sólidos como una hoja en una ventisca. Sin haber retirado todavía el primer escombro ya han caído sobre sus cabezas de nuevo las ruinas de un proceso de paz débil y tramposo que los obliga a enterrar más muertos.

A pesar de la furia, la rabia, la pena, la desesperación, el hambre, el desprecio, el olvido y la necesidad de respuestas que no llegan, estoy segura que seguirán creyendo que empezar de nuevo será posible algún día. A pesar de todo y a pesar de nosotros. Merecen conseguirlo.

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