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Falleció George Foreman (1948-2025). Uno de los boxeadores más contundentes de la historia. Protagonista, junto a Muhammad Ali y Joe Frazier, de una época gloriosa.
La carrera de Foreman tuvo dos etapas. Hasta 1977 fue un terrorífico noqueador, de imponente presencia y caracter agresivo. Sin grandes inquietudes políticas o religiosas. En México 68, en pleno estallido ‘black power’ él celebró su oro, sin puño ni guante en alto, con la bandera de Estados Unidos.
En 1977, tras 12 terribles asaltos en Puerto Rico contra Jimmy Young, sufrió un desvanecimiento en el vestuario. Los médicos lo calificaron como una “deshidratación” pero él lo interpretó como “una revelación divina”.
“Jesús entró en mí”, dijo. Abandonó el boxeo de forma sorprendente -con la revancha contra Ali pendiente- estudió la Biblia y en apenas un año fue nombrado ministro de la Iglesia en Houston. Tras varias divergencias, decidió crear su propia congregación y a predicar su idea de Dios.
Construyó un templo y un centro de ayuda a menores. Pero en 1986 se quedó sin dinero. Entonces decidió retomar los guantes y financiarse a puñetazos.
10 años después, con 135 kilos y sin la pegada de antaño, la prensa se tomó su regreso a broma. Lo cierto es que los jóvenes Evander Holyfield y Tommy Morrison sólo le ganaron a los puntos. En 1994, con 46 años -el más viejo en la historia- recuperó el título contra Michael Moorer.
Lo retuvo a los 47 y renunció a una segunda defensa porque consideró la bolsa insuficiente. Encontró un filón en la venta de parrillas eléctricas. Vendió 100 millones de unidades y amplió su centro con cuatro edificios más.
Palabra y puño de Dios. Te alabamos, Foreman.
Foreman fue campeón olímpico y después campeón mundial en 1973, pero el gran público le recordará como el perdedor de una de las grandes peleas de la historia.
El combate contra Muhammad Ali (1974) en el Zaire del dictador Mobutu Sese Seko es uno de los grandes acontecimientos deportivos de la historia. Bautizado como ‘Rumble in the jungle’ (Estruendo en la jungla) reunió a un Foreman en plenitud física contra un Ali con dudas sobre su estado y edad.
Pocos daban un dólar por Ali. Algunos dudaban que terminase vivo. Pero su estrategia fue magistral. Primero, se ganó al pueblo con su carisma, mientras Foreman entonces era reservado, de rictus amenazante y parco en palabras.
En la teoría, un Foreman negro como el carbón y de origen humilde representaba mejor al pueblo africado. En la práctica, el mulato de clase media acomodada logró que el recinto corease “¡Ali, mátalo!”.
Foreman, amante de los perros, llegó al país con tres pastor alemán, ignorando que eran usados por la policía belga para la represión colonialista. Una involuntaria torpeza.
Durante los primeros seis asaltos de la pelea, Foreman descargó toda su furia contra un Ali burlón en las cuerdas. Más de 230 golpes, alguno de ellos dignos de tumbar a un elefante. Ali encajaba y le repetía al oído: “Pegas como un marica”, ¿Esto es todo lo que sabes hacer?”.
A partir del séptimo asalto, la fatiga hizo mella en Foreman. En el octavo, Ali sacó fuerzas del más allá y lo tumbó con una memorable combinación.
Ali ampliaba su leyenda, a costa de su salud. Para el antes invencible Foreman, la humillación fue más dolorosa que la derrota. Sufrió una fuerte depresión que tardó en superar.
George Foreman fue el quinto de los siete hijos de Nancy Ree, una camarera de Texas, y de Joe Foreman, un ferroviario que gastaba su sueldo en los bares. Aunque Nancy era muy religiosa, George no había sido concebido por su teórico padre, sino por un tipo llamado Leroy Moorehead. Por ello, sus hermanos y amigos le apodaban ‘Mohead’ y ella se tuvo que trasladar a otra ciudad con parte de la familia para evitar críticas en el barrio. George, pésimo estudiante, apuntaba a bala perdida. Sus distracciones eran el alcohol, el tabaco y las chicas. Siempre metido en trifulcas y conocido por la policía, alguien propuso a su madre internarlo en los ‘Cuerpos de Trabajo’, centros para jóvenes descarriados con orientación laboral. Allí coincidió con un vigilante llamado Doc Broadus, su mentor en el mundo del boxeo. Fuese como boxeador o como predicador, Foreman tuvo muchos y variados problemas con las mujeres. Se casó cinco veces y llegó a reconocer 12 hijos. Cierto es que logró el cariño de toda la familia y de su comunidad.
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