Nunca es suficiente

Publicado: 30 mar 2025 - 01:25 Actualizado: 30 mar 2025 - 14:00

Opinión en La Región.
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Susana, esposa de Joaquín, judío rico de Babilonia, es deseada por dos ancianos jueces que traman un plan para abusar de ella. Tras espiarla, la sorprenden en el jardín y la conminan a tener relaciones con ellos o, de lo contrario, la acusarán de que la vieron entregarse a un joven. La muchacha los rechaza y, en venganza, la juzgan por adulterio. El poder de los acusadores provoca que Susana sea condenada a morir apedreada. Sus gritos y su llanto reflejan la impotencia de quien no es creída a pesar de decir la verdad. Porque nunca es suficiente.

No es suficiente que la víctima asegure que el futbolista envió a un camarero para invitar a cava a su grupo de amigas. Que flirteó con las tres e intentó forzarla a tocarle el pene. Que insistió en que lo acompañase al baño. No es suficiente que denuncie que la acorraló, cerrando con pestillo, que la llamó ‘putita’, que la tiró y la cogió de la cabeza con la intención de hacerle una felación. No es suficiente que, según la versión de la joven, la abofeteó y provocó rasguños en su rodilla para acabar penetrándola a pesar de su resistencia. No son suficientes los 17 minutos en el baño. Tampoco lo es que esté registrada su declaración inmediata, ni siquiera que haya sido tenaz, consistente y persistente a lo largo de dos años y tres meses. Ni que los forenses hayan confirmado que sufría un cuadro de shock. Ni que los Mossos hayan asegurado que las cámaras de la discoteca corroboran su relato. No es suficiente su renuncia a 150.000 euros de indemnización. Ni tampoco que ya hubiese una sentencia por agresión sexual. No. Nunca nada de esto es suficiente.

Porque si se niegan y son violadas, su relato pasará a engordar la lista de denuncias falsas que también las mata

Sí es suficiente, sin embargo, decir que nunca has visto a la víctima para asegurar después que coincidiste con ella de casualidad. Sí lo es rectificar ante las pruebas biológicas y afirmar que hubo una felación, pero que fue ella quien se abalanzó sobre ti, que disfrutabais ambos. También vale corregirte de nuevo y apuntar, ahora, que sí hubo penetración, que mentiste para ocultarle a tu mujer una infidelidad. Que todo fue consentido. Que estabas borracho, que no sabías lo que hacías.

Dicho de otro modo: ser mujer nunca será suficiente, pero ser futbolista de élite, y más aún con 43 títulos, es más que suficiente. Para todo lo que quieras.

La ‘Historia de Susana’ es uno de los relatos más famosos del Libro de Daniel, nombre hebreo que significa: ‘Dios es mi juez’. Una intervención milagrosa del profeta salva a Susana en el último suspiro y conmuta su muerte por la de los viejos tras quedar retratadas sus mentiras con dos simples preguntas en un juicio exprés: “¿Tan tontos sois, israelitas, que condenáis a una mujer de nuestro pueblo sin averiguar ni examinar bien el asunto?”.

30 siglos después, tres mujeres consideran que el relato de la víctima no es suficientemente “fiable” porque, entre muchas otras cosas, no queda claro si el rasguño de la rodilla es provocado por una penetración vaginal o por una felación.

Es ahí cuando nos damos cuenta de que somos mucho más tontos que los israelitas y que en la sociedad que le vamos a dejar a nuestras hijas, si una mujer entra con alguien al baño es, cuando menos, para follar.

Porque si se niegan y son violadas, su relato pasará a engordar la lista de denuncias falsas que también las mata.

Solo el Supremo, como el profeta, puede enmendar ahora este atropello. Pero el incuantificable daño ya está hecho a una sociedad y a una ley a las que se les ven demasiado las costuras cuando presumen de igualdad.

@jesusprietodeportes

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