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Jesús Prieto

El tobillo de Strug y la fortaleza de Biles

Publicado: 28 jul 2024 - 22:54

Hace tres años y un día, Simone Biles se disponía a realizar su primer salto en el ‘All Arround’ de gimnasia. Elige un ‘Amanar’, un salto del grupo ‘Yurchenko’ con dos piruetas y media. Pero algo sale mal. Biles solo da una vuelta y media.

Minutos después, reaparece con una tobillera y la federación comunica que tiene una lesión. La gimnasta lo desmiente entre lágrimas: “No estoy lesionada, simplemente tengo una pequeña herida en mi orgullo. Siento que estos Juegos los hago por los demás y no por mí. Lo que más amaba se me ha sido arrebatado”.

El problema de Biles eran los llamados ‘twisties’, una pérdida del sentido del espacio y la dimensión, pudiendo acarrear consecuencias fatales.

Los traumas parecen estar detrás de ello.

A Tokio llega siendo la gimnasta -mujer u hombre- con más medallas de la historia y con el objetivo de grabar su nombre en un ejercicio: el Yurchenko doble carpado. Pero también llega separada de sus abuelos, quienes la criaron por las adicciones de sus padres, y tras reconocer que es una de las 150 mujeres que han sufrido abusos del ex médico olímpico Larry Nassar. Al peso de las medallas se le suma esta losa.

Simone Biles se planta. Conoce a su marido en internet. Se casa en 2023 y se hace una casa en Houston. Recuerda cómo ser feliz y vuelve a entrenar ayudando a gimnastas mucho más modestas que, sin saberlo, también la ayudan a ella.

En Atlanta 1996 las ‘Siete Magníficas’ ganaron el concurso de gimnasia con una imagen histórica: la de Kerri Strug realizando su segundo salto con el tobillo izquierdo destrozado y recogiendo la medalla en los brazos de su entrenador Karoly que la animó a saltar.

Ayer Biles volvió a un escenario olímpico con un Yurchenko doble carpado y otra venda en su tobillo izquierdo, el mismo que el de Strug. Lo hizo también apoyada en sus entrenadores, Laurent y Cécile, que siempre la animaron a saltar, pero sin dolor.

Biles es capaz de lo que nunca nadie antes. El salto ya lleva su nombre. La lucha por la salud mental lo llevará por siempre. Y eso sí que es oro.

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