Trump, aprendiz de villano

Sólo Vargas Llosa y las visitadoras del sanchismo le hacen sombra a Donald Trump, que ha convertido su segundo mandato en un reality. La era de los aranceles es el nuevo concurso del presidente de EE.UU., que presentó en la NBC durante 14 temporadas”El aprendiz”, forja de un personaje meme. También la película que narra su historia toma título del reality televisivo, que define muy bien la trayectoria de un líder complejo, ambicioso y tóxico que supo aprovechar su proyección mediática y sus negocios para alcanzar la Casa Blanca. A Trump le han intentado asesinar dos veces en la última campaña electoral, y se le ha desprestigiado desde la ideología progre woke como el causante de todos los males americanos e internacionales, de modo que él se está aplicando en dar la razón a sus detractores con un empeño que causa miedo y pone patas arriba las relaciones internacionales y financieras en todo el mundo.

El reality de Trump es una sátira picaresca de sí mismo, mientras Sánchez trata de proyectar su mandato bajo sospecha con una visita del ministro Cuerpo al secretario del Tesoro tras el inoportuno viaje a China

Trump quiere demostrar que ha aprendido la lección de su primer mandato, de modo que nos tiene pendientes de sus ocurrencias contradictorias diarias “flexibles” con la salvedad de que sus decisiones repercuten en la vida de millones de personas y determinan un nuevo orden geopolítico internacional cuya única finalidad es llenar los bolsillos propios y los de amiguitos como Elon Musk bajo el pretexto de devolver la grandeza a su país. En realidad, todos los populistas con delirios autoritarios basan sus actuaciones en la construcción de un nacionalismo hegemónico global que empieza por la devolución del orgullo patriótico y el recorte de la deuda país. El problema es que la realidad verdadera es muy distinta a la telerrealidad, y al aprendiz Trump y su pandilla les está saliendo caro ese festival de excesos que ha convertido en parodia la presidencia del país más poderoso del planeta.

Lo más lamentable son los parecidos entre liderazgos aparentemente antagónicos como los de Trump y Putin, e incluso el empeño oculto de Sánchez en dar la réplica internacional al presidente norteamericano mientras parece suplicar que una mención trumpista le conceda el protagonismo que le quitan los casos de corrupción con intrigas de visitadoras en España y esa forma sin escrúpulos tramposa de gobernar contra la mitad de los españoles. Estamos ante una fórmula de marketing político inventada hace siglos, pero pasada por la turmix de la dictadura tecnológica, la dependencia digital y la manipulación audiovisual. Trump no sólo es aprendiz de emperador, sino que se está convirtiendo en un aprendiz de villano pues pone en peligro la paz mundial con sus continuos arrebatos de injerencia en los conflictos bélicos y la guerra comercial. El reality de Trump es una sátira picaresca de sí mismo, mientras Sánchez trata de proyectar su mandato bajo sospecha con una visita del ministro Cuerpo al secretario del Tesoro tras el inoportuno viaje a China. La política no puede ser un club de la comedia y del engaño bajo la ambición personal de permanencia en el poder. ¡Qué gran novela hubiera escrito Varga Llosa con tanto aprendiz de villano!